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Voto de Peter Gabriel 77:
8
Drama. Intriga En 1913, en vísperas de la Gran Guerra (1914-1918), extraños acontecimientos, que poco a poco toman carácter de castigo ritual, se dan cita en un pequeño pueblo protestante del norte de Alemania. Los niños y adolescentes del coro del colegio y de la iglesia dirigido por el maestro, sus familias, el barón, el encargado, el médico, la comadrona, y los granjeros conforman una historia que reflexiona sobre los orígenes del nazismo en ... [+]
25 de noviembre de 2009
16 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yo no sé si afirmar que estamos ante la mejor película del director de cabecera de Usaín, pero desde luego está a la altura de sus mejores obras. En ella, Haneke, ondea sin complejos y con mano firme la bandera de la "madurez", ese vocablo ambiguo y sospechoso, sin perder un gramo de su personalidad ni hacer concesión alguna, de la misma manera en que la ondea Cronenberg de un tiempo a esta parte. Y le sienta bien, el viento sopla a su favor. Si antes Haneke disfrutaba estampándonos la crueldad en la cara, ahora disfruta sugiriéndola y oscureciéndola, si antes arrojaba una luz cegadora sobre las miserias ahora arroja sombras, pero de manera tan reveladora como antaño, dotando a la película de una tensión constante y atenazadora del primer al último fotograma, sin que ésta llegue nunca a explotar del todo. Y ese es un gran acierto por parte del austriaco, que al tornar en sutileza su antigua contundencia logra su andanada de mayor calado. Y para ello se fija en los maestros, Dreyer y Bergman, y Haneke resulta ser un alumno aventajado, el niño que siempre se sentaba en la última fila exhibiendo su indiferencia resulta ser el que más atención prestaba. De Dreyer toma el naturalismo y la puesta en escena extremadamente sobria y espartana, sobria hasta el delirio. Y de Bergman toma lo que de alguna manera siempre ha tomado, la pura insania, pero lo hace como nunca, sin apenas efectismos y guardándose en el bolsillo sus ansias por epatar, y siendo, al tiempo, más efectivo que nunca. Aunque Haneke no tiene todavía el talento del sueco para la hemorragia interna y el desgarro, y posiblemente jamás lo tenga, lo suyo sigue siendo algo más superficial y directo, aunque la sensación es que es ésta una película que ganará con las revisiones. A mí me ha fascinado, de principio a fin, con esa excelente utilización de la voz en off, el ritmo interno, que puede parecer sosegado pero que no da respiro alguno, el acertadísimo blanco y negro y la sugerente ausencia de BSO. La maldad campa a sus anchas y la podredumbre se esconde en cada esquina, no se libra ni el apuntador. Y la manera en la que Haneke rubrica el relato, conectándolo con los hechos históricos, dota de súbito al conjunto de una reveladora dimensión. Haneke busca y destruye como nunca, menudo es.
Peter Gabriel 77
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