Aquí hay de todo, desde aliens hasta indios pasando por cowboys con acento cockney. No obstante, debo reconocer que Daniel Craig lo mismo sirve para un roto que un descosido y se atreve con todo e incluso queda a ratos bien. Harrison Ford vuelve a repetir en su papel de anciano huraño y malhumorado al que tan acostumbrados nos tenía el abuelo cascarrabias de Fernando Fernán Gómez en nuestro cine ibérico; y del que, en su versión yanqui, parece haberse apropiado Harrison Ford. Olivia Wilde está buena y poco más y Sam Rockwell, Paul Dano, y Keith Carradine intentan como pueden hacer creíbles unos personajes más planos que el escote de Keira Knightley. El guión es absurdo, aburridísimo, y con más carencias que nuestro actual ejecutivo socialista. Parece mentira que Steven Spielberg esté detrás de todo este entramado financiero que es todo un gigantesco despropósito.