Pixar consigue por decimoséptima vez conquistar a las críticas y a la taquilla de una forma muy personal. A pesar de que esta vez un personaje secundario se ha convertido en principal, ha funcionado. Y eso que Dory puede ser alguien que canse rápidamente con sus chistes repetitivos. Pero no ha sido así y eso tiene muchísimo mérito. La historia está a la altura de la primera, pero está vez han ido más allá. Una fuerte crítica tanto a la contaminación como a los zoos llega directamente a los corazones de todo ser con los pies en la tierra. A pesar de que buscan una emotividad fallida a lo Up o Wall-y en las primeras escenas, la historia no decae en ningún momento. El único fallo de la secuela son los personajes secundarios. Nos dan una de cal y otra de arena. El pulpo es el único acierto, pero todos los demás carecen de tener el espíritu Pixar.

Una hora y media más que entretenida, y a pesar de que no es la gran obra de Pixar por debajo de sus últimas creaciones como Inside Out o incluso El Viaje De Arlo, es una que muy digna secuela muy por encima de Cars 2 o Monsters University.