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Buscando a Dory

Animación. Aventuras. Comedia Un año después de los acontecimientos narrados en "Buscando a Nemo", Dory vive apaciblemente con Marlin y su hijo Nemo. Pero durante un viaje para ver cómo las mantarrayas migran de vuelta a casa, los problemas de memoria de Dory parecen desaparecer durante un segundo: recuerda que tiene una familia e inmediatamente decide emprender viaje para reencontrarse con sus padres, a los que perdió hace años. (FILMAFFINITY)
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Críticas 127
Críticas ordenadas por utilidad
25 de junio de 2016
111 de 141 usuarios han encontrado esta crítica útil
A ver, la película en sí no está mal, pero han pasado 13 años desde Buscando a Nemo, en todo este tiempo yo me esperaba algo más, ya no que fuese tan buena como su predecesora, pero sí que tuviese cierto grado de originalidad y sobre todo teniendo en cuenta los estudios a los que pertenece la saga, algo más de ingenio general.

Me ha decepcionado completamente ver una película que básicamente se limitaba a repetir la estructura de aventuras de Finding Nemo pero con un hilo argumental bastante menos interesante y dramático, lo cual, en mi opinión hacía que en algunos momentos perdiese el ritmo y que hubiese un exceso de escenas sin ningún tipo de chicha. Y digo menos interesante porque es cierto, me parece mucho más jugosa la historia de la primera, un padre sobreprotector que acaba perdiendo a su hijo y se acaba dando cuenta de que a veces es mejor dejarle volar libre, que lo que nos cuenta esto, centrándose en el tema de la memoria que como añadido cómico secundario funciona pero en cuanto lo estableces como centro de la narración para apoyar un mensaje de libro barato de autoayuda de "si quieres puedes", pues pierde... lo siento.
Y luego, por otro lado, los chistes sobre el pececito que no se acuerda de nada, funciona una vez, dos, tres...pero a diferencia de Dory los espectadores si tienen memoria y al cuarto pues ya cansa.

En definitiva, he salido bastante decepcionado del cine, aunque visualmente era bastante buena, la historia ha pinchado y cuando falla la narración...
Criticator (El criticador)
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15 de junio de 2016
69 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vamos a empezar con una obviedad: Buscando a Dory no es mejor que Buscando a Nemo. No. No lo es. Quizás tampoco sea una de las mejores películas de Pixar (claro que, hablando de una casa que ha parido obras maestras como Toy Story, Up, WALL-E, Ratatouille o Del revés, es ya realmente difícil decidir qué es lo mejor y qué es lo menos bueno). Pero, amigos, esto no es una mala noticia en absoluto. Más bien al contrario.

Precedida por un nuevo corto maravilloso llamado Piper, un pedacito de cine glorioso con todos los detalles marca de la casa en lo que a cortos se refiere (sin diálogos, muy humorístico, protagonizado por animales) acerca de una cría de ave que se enfrenta por primera vez a un bello pero aterrador enemigo, llega el momento de disfrutar con las nuevas aventuras de Dory, la simpática pececilla que robó el corazón del mundo entero en Buscando a Nemo. Porque sí, la protagonista absoluta de la función en esta ocasión es Dory. Marlin y Nemo son secundarios de lujo en esta ocasión, porque el protagonismo debe ser para ella, sin duda uno de los personajes más entrañables y carismáticos de Pixar debido a su humor, su ternura y por supuesto sus pérdidas de memoria a corto plazo.

Podía haber dudas, porque cuando Pixar se pone a hacer secuelas igual le salen dos obras maestras (como Toy Story 2 y sobre todo Toy Story 3) o dos películas absolutamente prescindibles e innecesarias, aunque tampoco horribles (Cars 2 y Monstruos University). Veremos por dónde sale el sol con las ya anunciadas Cars 3 y Los Increíbles 2, pero desde luego con Buscando a Dory han vuelto a dar en el clavo. De hecho, la película recuerda en muchas ocasiones a las maravillosas aventuras de los juguetes de Andy (ver esa persecución final por autopista, muy parecida a la de los juguetes de camino al aeropuerto siguiendo a Woody y Al en Toy Story 2, o ese guió a los niños destrozones de la guardería Sunnyside en Toy Story 3, esta vez reconvertidos en involuntarios torturadores de criaturas marinas en un acuario), lo cual siempre es un enorme halago. Pero es que Buscando a Dory, por si misma y dejando ya las comparaciones, es una extraordinaria película. Tal cual.

Qué se puede decir a estas alturas sobre la calidad de la animación digital de Pixar, que no tiene parangón en el mundo, salvo que en esta ocasión el parecido con la realidad es tan asombroso que a veces cuesta darse cuenta de que lo que estamos viendo no es imagen real, especialmente cuando no hay humanos a la vista. Esos fondos, esas texturas, esa recreación del fondo del mar y sus habitantes, la espectacular recreación del Instituto de Vida Marina de Monterrey… todo es de una perfección que asusta. Es una belleza casi casi de museo. No hay palabras para describirlo realmente, porque hay que verlo. Ya solo por esa genialidad merecería la pena pagar una entrada, pero es que además la cinta es un prodigio de imaginación, humor y entrañables personajes. Es maravilloso ver cómo sus responsables apuestan por no repetirse, ahorrándonos un nuevo el viaje por el océano para centrarse en la aventura pura y dura que tiene lugar en el Instituto de Vida Marina, y la trama es realmente encantadora. Y qué decir de los personajes nuevos. Esperen a conocer a Destiny, la “amiga de cañerías” de Dory, o a la beluga Bailey, o por supuesto al pulpo Hank, sin duda el personaje nuevo más destacado de la función, que forma una pareja memorable con la protagonista. Pero es que incluso los personajes que aparecen apenas unos segundos son gloriosos. No pierdan de vista a la ostra con la que hablan Marlin y Nemo, o a los leones marinos, o a la sorprendente amiga alada que hacen padre e hijo en California. Son apenas unos ejemplos de la inagotable capacidad de Pixar para crear roles inolvidables (quizás los únicos que quedan un poco más atrás son Jenny y Charlie, los padres de Dory, por motivos que comentaremos después). Y aparte, como decíamos, la película es divertidísima, quizás más incluso que su predecesora, y se permite el lujo de marcarse un final épico por carretera que ríase usted de persecuciones reales del cine, coronado además por un uso épico de la cámara lenta y del “What a wonderful world” de Louis Armstrong. Tronchante es poco.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sibila de Delfos
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19 de junio de 2016
28 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin lugar a dudas, Pixar, es el estudio líder si de animación se trata. Y con "Buscando a Dory" lo demuestra muy bien. La película, al igual que su predecesora, destaca por su calidad en la animación digital, que sinceramente, es incomparable.

La historia -donde el objetivo es que la tierna y olvidadiza Dory encuentre a sus padres- es muy sencilla y conmovedora, obviamente hay un montón de situaciones cómicas, que rodean con gracia la trama. Y esa es una de las diferencias más grandes que tiene con "Buscando a Nemo" (2003), que era mucho más triste y reflexiva, aquí hay indiscutiblemente muchas más risas.

La cinta revela, poco a poco, toda la vida pasada de Dory y la relación que mantuvo con sus padres cuando sólo era una pequeña criatura. Se profundiza mucho en lo que siente y piensa la pececita azul, lo que es muy interesante e innovador.

Por supuesto que no está al nivel de las obras maestras de Pixar, pero sí es un aporte al género por la calidad de la historia y su perfección técnica. Es una buena película, entretenida y con un guión ágil que disfrutarán tanto los niños como los adultos.

Lo mejor: Dory y su amigo Hank el pulpo.
Lo peor: Que no alcanza a ser una "Obra Maestra".

Al final de los créditos hay una linda y divertida sorpresa, no duden en quedarse a verla.
Ellen Ripley
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7 de julio de 2016
26 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bebiendo de las fuentes de NEMO, Dory posee entidad propia, quizá ahonda más en la ternura, o eso me ha transmitido... Porque las películas tienen sus tiempos, y tal vez cuando vi a Nemo mis circunstancias eran otras.

Cumple con su misión que es la de entretener asociando buenos y nobles sentimientos que no son planteados desde la sensiblería, sino desde la sensibilidad.

No puedo decir que sea magnífica, ni extraordinaria, ni tan buena como Nemo. Es distinta aunque como dije al inicio se alimenta de ella.. Dory va perdiendo interés a medida que avanza, y tal vez se deba a que los argumentos no pueden alargarse eternamente para cubrir un metraje comercial. Si eso sucede, entonces puede que lo que se planteó en los inicios, desaparezca al cubrir la trama con otras subtramas que no enriquecen la película, sino que la lastran.
ANHELL
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23 de junio de 2016
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un pegotito azul con grandes ojos color violeta recorre la inmensidad del océano en busca de ayuda para encontrar algo que ha perdido. El principal problema de este pequeño pez cirujano reside en su incapacidad para recordar los motivos que la empujan a seguir nadando. Su nombre es Dory y sufre pérdida de memoria a corto plazo. Su aparición cómica estelar en Buscando a Nemo (2003) quedó grabada en la memoria de muchos de nosotros, a pesar de que 13 años dan para olvidar infinidad de cosas, demostrando que la memoria a largo plazo, reservada exclusivamente para las cosas importantes, siempre tiene hueco para las enseñanzas que Pixar nos tenga preparadas.

Buscando a Dory (2016) se ha convertido en la película de animación con mejor estreno durante su primer fin de semana en la cartelera de EEUU, cumpliendo así con uno de sus principales objetivos como secuela. Además, la heterogeneidad de su público potencial le aporta una ventaja considerable, llenando salas con espectadores de todo rango de edades. En la dirección repite Andrew Stanton, habitual de Pixar y director de otras de sus obras más conocidas, tales como Wall-E (2008) y Bichos (1998), donde ya se exploraba la fábula como fondo y la explosión de colorido y plasticidad como potenciadores de la forma. Quizás, en esta segunda parte, su enfoque formal y sustancial se halle ligeramente dirigido hacia el público más joven, a pesar de los momentos dramáticos que protagoniza nuestra pececilla azul, valientemente transformada en protagonista absoluta y representante ejemplar de todos los colectivos con discapacidad.

Exceptuando ciertos momentos de verdadera tensión narrativa y emocional, en los que la aventura logra encoger el corazón y roza la magnificencia de su primera entrega, Buscando a Dory bascula sus mayores aptitudes hacia el lado más surrealista de su argumento, restando algo de veracidad al conjunto y, por tanto, ganando en risas y entretenimiento. El abandono del medio marino durante gran parte del metraje puede mellar en algunas ocasiones el maravilloso trabajo de recreación de escenarios y personajes, que sin duda, se verían favorecidos en su hábitat natural.

En cuanto a Dory, más consciente de sus limitaciones que nunca, se arrojan ciertas consideraciones acerca de su condición y del reflejo de esta en su círculo social más cercano, estableciendo situaciones en las que debe apañárselas por sí misma para conseguir sus metas, sorprendiendo a todos con su autodeterminación y valentía, y dejando claro que no por ser diferente se es capaz de menos, simplemente hay que centrar los esfuerzos en buscar otra manera de hacer las cosas y, a pesar de la corriente, no cejar nunca en el empeño de seguir nadando.
Jesus Gonzalez
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