Al final llegó el día en que Quentin Tarantino comienza a repetirse. Su estilo personal y brillante parecía que podía encajar con cualquier género, desde cine de gangsters hasta películas de artes marciales, pasando por el western y cine sobre la Segunda Guerra Mundial.
Pero, llega el día que Tarantino mezcla el Reservoir Dogs con Django y le pone algo de Hitchcock, y el resultado es "Los odiosos ocho", una especie de abuela de Reservoir Dogs, interesante, pero que empieza a sonar familiar, por decirlo dulcemente.
En cualquier caso, el guión tiene la exquisitez única de los guiones de Tarantino, aunque haya cosas que no acaben de cerrar, y el reparto está perfectamente a la altura. A eso hay que añadir la esquizofrénica banda sonora, que Ennio Morricone compuso sin ver la película y que en principio estaba pensada para una película de terror y por eso dota a la película de un tono terrorífico y asfixiante.
La fotografía, vestuario, decorados, montaje y demás funcionan, y ayudan a crear esa atmósfera fría (nunca mejor dicho) y cruel en la que se mueven unos personajes miserables.
Finalmente, la violencia es exagerada, como siempre, no traumática (como pasaba en Django), pero cruel y algunas veces fuera de lugar y parece pensada para el regocijo de Tarantino.