Hace mucho tiempo que no veía una cinta que captara de nuevo la escencia de la tragedia griega, aquello de que dos fuerzas opuestas, pero válidas se oponen. Aquello de lo inevitable y de lo hermoso. Basta observar la cara del sastre, para darnos cuenta de algo que se adivinaba, pero que temíamos y que no quisieramos que pasara. Como en las épocas del teatro griego, quedamos con la sensación, así como los espectadores de las tragedias en aquella época, de querer arrancarnos las ropas y la carne.

Me gusto la delicadeza de la película y la manera en como trata la guerra desde su lado más tierno. Y es que La lengua de las Mariposas es eso: una película de guerra en la que no hay tiros ni muertos (recuerdan aquello de la Poética de Aristóteles que prohibe mostrar la sangre y lo desagradable). Increible.