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Voto de abeltracas:
8
7,0
3.492
Drama
El conflicto palestino-israelí sirve de telón de fondo a este drama. Salma, una viuda palestina, tiene un litigio con el ministro de Defensa israelí. La casa de éste, en la frontera palestino-israelí, linda con su campo de limoneros. Cuando las autoridades deciden que los árboles deben ser talados porque representan una amenaza para el ministro de Defensa y su familia, Salma decide emprender una batalla legal para salvar sus limoneros. (FILMAFFINITY) [+]
4 de octubre de 2008
41 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estas "pequeñas" películas que, de cuando en cuando, nos llegan desde cinematografías alejadas de los centros neurálgicos de la producción y la distribución, nos devuelven el placer del cine. Es decir: imágenes, palabras, historias, música, sentimientos... cultura, en definitiva. Demuestran que los efectos especiales están muy bien, son muy divertidos en determinados momentos... pero no lo son todo. EL CINE es esto: tres o cuatro localizaciones bien estudiadas; unos actores convincentes; unos diálogos precisos y concisos (a menos que seas Woody Allen y seas muy muy gracioso) y, sobre todo, sobre todo, una historia. Una historia cerrada y, a su vez, abierta, para que el espectador participe, para que cree o recree su propia historia, con las imágenes que el director le muestra. Para mí, por ejemplo, esta sencilla historia de valentía y dignidad, encierra una hermosa métáfora que desgrano en el spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Desde el principio de la película te das cuenta de lo absurdo de la posición del ejército israelí. Con lo sencillo que hubiera sido buscar otra ubicación para la casa del ministro, se empeñan en mantenerla en ese lugar que, si tiene algún atractivo es, precisamente, la presencia, el aroma, el color de los limoneros que pretenden arrancar. Prefieren dejarlos morir y, al final, hasta prefieren el color gris del Muro de la Vergüenza, todo por conseguir una discutible seguridad. Es, como decía, la metáfora de este mundo rico, que se empeña en protegerse contra el pobre, derrochando en alambradas, en muros, en medidas de seguridad, cuando está perdiendo, al mismo tiempo, la perspectiva, la belleza de lo que quiere protegerse. En lugar de paliar su soledad y la tuya, de hacerle partícipe de tu riqueza y de tus privilegios, de hacerle cómplice, aunque sólo sea por egoísmo, y poder así seguir disfrutando de su limonar, que es tu horizonte.
Eso sí... las persianas son automáticas... aunque al levantarlas no entre la luz, sino el gris del cemento... y dentro de la casa, con todo el internet, los inalámbricos, las pantallas de plasma y los muebles de diseño, nos espere la más triste, la más desesperante de las soledades.
Eso sí... las persianas son automáticas... aunque al levantarlas no entre la luz, sino el gris del cemento... y dentro de la casa, con todo el internet, los inalámbricos, las pantallas de plasma y los muebles de diseño, nos espere la más triste, la más desesperante de las soledades.