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España España · Aranda
Voto de Larrory:
7
Comedia En un pueblo de la región de Puglia se celebra el 10º aniversario de la muerte de Saverio Crispo (Francesco Scianna), actor símbolo del "grande cinema italiano" y eterno "latin lover". A la ceremonia llegan 4 de sus 5 hijas, desperdigadas por el mundo, y dos ex-mujeres, una italiana (Virna Lisi) y la otra española (Marisa Paredes). Secretos, rivalidades y nuevas pasiones llevarán a las mujeres a descubrir un pasado inesperado y a ver la ... [+]
11 de febrero de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asumo una percepción decididamente subjetiva de esta película. Para mí, su principal interés, la virtud que la distingue, es de índole idiomática, ya que para apreciarla plenamente se requiere, si no dominar, por lo menos tener asaz buenos conocimientos de italiano, francés y español, lo cual conlleva, claro está, visionarla en su versión original con el eventual respaldo de subtítulos.
Como consecuencia, es posible que los que no posean tal preadquirida base la tachen de baladí, de mera variación en torno al consabido esquema de la reunión familiar en el curso de la cual se acaban por sacar a relucir trapos mugrientos y malolientes y se destapan descarríos, podredumbre acumulada debajo de la alfombra de las apariencias.

Confieso pues haber estado a veces más atento a percibir la sutil riqueza de matices que se percibe en los acentos de los diversos personajes, que en la sustancia misma de los diálogos.
Tenemos al sabroso entrecruce entre español e italiano que salpica el decir de Segunda, alias la desbordante Candela Peña, que se dirige alternativamente a un mismo interlocutor en las dos lenguas, entreverando a veces en una misma frase los dos idiomas.
Está Stéphanie, rebelándose de continuo contra el Stefania con el que se empeñan en rebautizarla, con su tremendo y genuino acento francés, lengua con la que parece reoxigenarse cuando telefonea a su psicanalista.
En labios del políglota Jordi Mollà, el italiano se desdibuja en una indistinguible internacionalidad, y la gran Marisa Paredes nos deleita con una auténtica gollería: es un regalo para los oidos su maridaje del bronco y contundente español con la leggerézza cantarina del italiano.

Sería sin embargo injusto restarle méritos a un guión que sabe sacar el mejor provecho de recursos manidos.
La idea de centrar la trama en torno a la trayectoria vital y profesional de un galán italiano, el Latin lover del título original, permite un divertido repaso por algunos de los diversos movimientos y tendencias que se han desarrollado en el seno de la industria cinematográfica. Se devanan referencias explícitas al neorealismo italiano, a The bad and the beautiful de Minnelli, a las inquietudes existencialistas de Bergman, a Un homme et une femme de Lelouch, al western spaghetti, etc.
El trazado de la personalidad del héroe en hueco alrededor de quien giran las vivencias de los demás personajes tiene indiscutibles visos de verosimilitud, de fino aprovechamiento de circunstancias reales. Los seres que descollan, en cualquier campo que sea, suelen ser de una pasta vital arrolladora, fuente de asombro y envidia para el común de los mortales. Ateniéndonos al mundillo del espectáculo, basta con repasar la biografía de los famosos para comprobar que la mayoría ha navegado por la impetuosidad de los torrentes, y no por la apacibilidad de los mansos ríos, y que por ejemplo no sean raros los casos de actores aficionados tanto a la caña como al corcho.

En resumidas cuentas, con este trabajo nuestra Cristina no ha desmerecido de su ilustre papá.
Larrory
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