Por momentos parecía como si estuviera buceando en el océano, y eso es precisamente la miga de este documental en 3D. Resulta alucinante ver el fondo marino con todas las especies que lo pueblan, pero en este caso es aún más alucinante porque parece que puedes tocar a esos animales. También cuando los tiburones se dirigen hacia la cámara da un poco de "yuyu".
Es recomendable tanto para niños, adolescentes como adultos, porque la experiencia es muy buena. Si te gustan los documentales no hay que perdérselo, porque les aporta una nueva profundidad. Si no te gustan los documentales pero quieres probar las 3D es una ocasión perfecta, porque en ningún momento se hace largo.
El único defecto que le veo es la narración, no porque Belén Rueda lo haga mal, sino porque está orientada hacia los niños. Quizá en este aspecto podría mejorarse el documental con una narración más seria.