Ante todo, hay que reconocer que estamos ante un buen mediometraje, una buena sátira sobre la tecnología y lo que puede conllevar, en este caso respecto a la política, pero también hay que reconocer que es el más flojo de todos los capítulos de "Black Mirror".

"Black Mirror: The Waldo Moment" narra la historia de un hombre encarcelado dentro de una imagen, concretamente la imagen de un oso virtual de color azul que participa en un show televisivo proporcionando risas gracias a toda clase de obscenidades irrespetuosas, en este caso se nos muestra aplicando su fórmula en un político, en otras palabras: se nos muestra lo que será la misión del oso durante todo el episodio, tocar las pelotas.

A pesar de que este nuevo capítulo de la magnífica serie británica empieza muy semejante (sin prólogos, un inicio seco, con una fotografía anormal característica de la serie), donde no se nos sitúa en absoluto en cuanto al tiempo, y se desarrolla de forma también similar, en el fondo hay una gran diferencia entre este y los demás capítulos: "The Waldo Moment" representa el ego de Charlie Brooker, que creyéndose dios (y con razón) debido a las alabanzas recibidas, se ha creído que todo lo que tocaba se convertía en oro. Pues bien, me temo que ha llegado el momento de acabar con la gallina de los huevos de oro, pues ahora ya no son de oro, sino de bronce: más sencillo y de menos valor.

Si bien posee un guión correcto y es notable en el apartado técnico (eso nunca cambia), este episodio se trata de un puro engaño, pretende ser como los demás, pero se le ve el plumero, sí que es bueno, pero incomparable a los demás: es confuso en cuanto al mensaje que pretende transmitir, incluso demasiado abierto (incluso para ser "Black Mirror" y mira que es una de las cosas que más me gustan de esta serie), donde básicamente nos cuenta una historia de vacío existencial debido a que el hombre que interpreta al oso se ve eclipsado por una máscara que le cubre la cara, una máscara pegada por falsedad y espectáculo, una máscara tecnológica que es incapaz de quitarse cuando se da cuenta del propio engaño que supone la máscara, cuando ya es demasiado tarde para poder quitársela, cuando la máscara le ha absorbido por completo. Cuando esta máscara va más allá de la política.

Sin duda se echan de menos esos momentos en los que viendo el capítulo te vienen ganas de cerrar los ojos y olvidarte de todo, no consigue transmitir nada de ese mal rollo característico de "Black Mirror".

En definitiva, ¿vale la pena estar 40 minutos frente una pantalla para ver todo esto? La respuesta es sí, pero no creáis que veréis algo del nivel de los demás capítulos, mejor no crearos muchas expectativas.