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Voto de Francisco de Javier:
8
6,6
23.535
Drama. Fantástico. Terror
Una remota y misteriosa isla de Nueva Inglaterra en la década de 1890. El veterano farero Thomas Wake (Willem Dafoe) y su joven ayudante Ephraim Winslow (Robert Pattinson) deberán convivir durante cuatro semanas. Su objetivo será mantener el faro en buenas condiciones hasta que llegue el relevo que les permita volver a tierra. Pero las cosas se complicarán cuando surjan conflictos por jerarquías de poder entre ambos. (FILMAFFINITY)
17 de noviembre de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La segunda obra de Robert Eggers, revestimiento de mitos griegos, que se entolda de dos fareros que luchan contra la fiereza de la naturaleza y la superstición del mar. Es una película lenta y ahogante, grabada en 4/3 y en blanco y negro y cargada de referencias e inspiraciones.
Como la verdadera y aterradora historia de Thomas Griffin y Thomas Howell (1801), también la historia de dos fantasmas que cuidan de un faro (Max Eggers), el relato homónimo de Edgar Allan Poe donde dos marineros se quedan varados en un faro, el espíritu de Moby-Dick (Herman Melville) e incluso un tono lovecraftiano (la isla es una referencia a los profundos (?)). También vemos retazos del expresionismo cinematográfico alemán, si nos ponemos pedantes. Las mejores interpretaciones quizá de las carreras de Williem Dafoe y Robert Pattinson.
La película se desarrolla en una "roca" de Nueva Inglaterra, allá por 1980, con sólo dos actores y un par de escenarios pero cargada de mito y espíritu. Durante todo el transcurso del filme, que parece transcurrir sin tiempo, el joven Ephraim y el viejo Thomas sirven durante unas semanas como fareros, pero Ephraim comienza a tener pensamientos extraños al encontrarse con un pequeño scrimshaw de una sirena y a sospechar de Thomas, que no le permite subir a la luz del faro que guarda para él.
Como la verdadera y aterradora historia de Thomas Griffin y Thomas Howell (1801), también la historia de dos fantasmas que cuidan de un faro (Max Eggers), el relato homónimo de Edgar Allan Poe donde dos marineros se quedan varados en un faro, el espíritu de Moby-Dick (Herman Melville) e incluso un tono lovecraftiano (la isla es una referencia a los profundos (?)). También vemos retazos del expresionismo cinematográfico alemán, si nos ponemos pedantes. Las mejores interpretaciones quizá de las carreras de Williem Dafoe y Robert Pattinson.
La película se desarrolla en una "roca" de Nueva Inglaterra, allá por 1980, con sólo dos actores y un par de escenarios pero cargada de mito y espíritu. Durante todo el transcurso del filme, que parece transcurrir sin tiempo, el joven Ephraim y el viejo Thomas sirven durante unas semanas como fareros, pero Ephraim comienza a tener pensamientos extraños al encontrarse con un pequeño scrimshaw de una sirena y a sospechar de Thomas, que no le permite subir a la luz del faro que guarda para él.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Ephraim es un leñador atormentado, que huye de su pasado y su crimen. Rechaza el favor del anciano (rechaza su bebida y comida), y no se somete a su sabiduría y experiencia. Esto supone el enfado caprichoso de Thomas, que unido a la tortura que supone a Ephraim la prohibición por parte del anciano de subir al faro, desencadena una caída en la locura y la desesperación del joven farero, el tiempo no pasa, los sucesos no ocurren, la tormenta crece, la naturaleza es implacable. Thomas parece conocer demasiado bien a Ephraim, y delata que su nombre verdadero nombre es también Thomas, que es continuamente tentado, en forma de desesperación atlántica, de locura e incluso en forma sexual con la sirena que el mar le regurgita. Y bajo la eterna vigilancia de las gaviotas (una de ellas tuerta), que parecieran los espías de Odín en el mar (¿de Zeus, quizás?).
Finalmente, en su locura, Ephraim ataca al viejo, lo que provoca que el cambiaformas muestre su verdadera forma: él es un dios del océano, el viejo del mar (Homero), un hijo de Poseidón (teogonía olímpica); él es Proteo. Según el mito, Proteo reside en la Isla de Faro (Egipto, allá donde el famoso Faro de Alejandría, curiosamente), posee gran sabiduría que le permite predecir el futuro, pero es celoso del conocimiento que solamente él atesora y se resiste a compartirlo (la luz del faro, el fuego de los dioses), así que se defiende cambiando constantemente de forma para despistar a sus perseguidores. Proteo atormenta al joven Thomas por su impertinencia, cambiando de forma, jugando con las ansias del joven. Prohíbe pero también tienta. Juega con él, pero también advierte que pretender obtener por la fuerza un conocimiento reservado a dioses de mayor rango es una idea peligrosa. Pero todo en la isla -desde las gaviotas hasta, irónicamente, el propio Proteo- parece ejercer su influencia para que el joven desafíe la prohibición (¿Zeus habrá convertido la isla en una trampa donde el joven contravendrá la voluntad de los dioses?).
El joven Thomas es un titán, un dios menor, un efebo (véase la referencia descarada de Hypnose, Sascha Schneider) que acaba aplastado bajo el poder de Proteo.
Thomas el joven es Prometeo, que ansioso del fuego de los dioses alcanza llegar a éste (al faro) y robarlo. En el mito, Zeus por tal ofensa castiga a Prometeo a ser encadenado a una roca, donde un águila devora sus entrañas mientras éstas se regeneran, en un ciclo de dolor eterno. Cambiemos el águila por las gaviotas de Proteo, sus protegidas.
Finalmente, en su locura, Ephraim ataca al viejo, lo que provoca que el cambiaformas muestre su verdadera forma: él es un dios del océano, el viejo del mar (Homero), un hijo de Poseidón (teogonía olímpica); él es Proteo. Según el mito, Proteo reside en la Isla de Faro (Egipto, allá donde el famoso Faro de Alejandría, curiosamente), posee gran sabiduría que le permite predecir el futuro, pero es celoso del conocimiento que solamente él atesora y se resiste a compartirlo (la luz del faro, el fuego de los dioses), así que se defiende cambiando constantemente de forma para despistar a sus perseguidores. Proteo atormenta al joven Thomas por su impertinencia, cambiando de forma, jugando con las ansias del joven. Prohíbe pero también tienta. Juega con él, pero también advierte que pretender obtener por la fuerza un conocimiento reservado a dioses de mayor rango es una idea peligrosa. Pero todo en la isla -desde las gaviotas hasta, irónicamente, el propio Proteo- parece ejercer su influencia para que el joven desafíe la prohibición (¿Zeus habrá convertido la isla en una trampa donde el joven contravendrá la voluntad de los dioses?).
El joven Thomas es un titán, un dios menor, un efebo (véase la referencia descarada de Hypnose, Sascha Schneider) que acaba aplastado bajo el poder de Proteo.
Thomas el joven es Prometeo, que ansioso del fuego de los dioses alcanza llegar a éste (al faro) y robarlo. En el mito, Zeus por tal ofensa castiga a Prometeo a ser encadenado a una roca, donde un águila devora sus entrañas mientras éstas se regeneran, en un ciclo de dolor eterno. Cambiemos el águila por las gaviotas de Proteo, sus protegidas.