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Voto de Juan Ignacio :
7
Thriller. Drama. Romance Corea, década de 1930, durante la colonización japonesa. La resuelta joven Sookee es contratada como criada de una rica mujer japonesa, Hideko, que vive recluida en una gran mansión bajo la influencia de su dominante tío. Pero Sookee está allí con un propósito secreto: ayudar a un estafador que se hace pasar por un conde japonés para seducir a Hideko y heredar después la fortuna de su tío. (FILMAFFINITY)
22 de julio de 2017
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Década de los años 30 del siglo pasado. Corea vive bajo dominación japonesa. Una joven muchacha, Sookee, carterista, hija de madre carterista, que pagó con la horca su actividad, es introducida por el hijo de la mujer que la acogió al quedar huérfana (madre e hijo también ladrones, él, además, falsificador de antigüedades, en la enorme mansión de un hombre, ya mayor, coreano, pero decidido a ser japonés para alcanzar mayor prestigio social en su dominado país), con la intención de que haga inclinar la voluntad de la sobrina, la japonesa Hideko, del señor de la casa, mujer joven y bella, para que el mentor de Sookee la pueda seducir, simulando una noble identidad, antes de que su tío se case con ella para quedarse con su elevada fortuna.

Park Chan-wook dirige esta película basada en la novela 'Fingersmith', de Sarah Waters, trasladando la acción desde la Inglaterra victoriana a la Corea de los años 30. Dividida en tres partes, con una narración no lineal, introduciendo elementos nuevos en secuencias que ya se habían presentado con anterioridad, algo que no es extraño en el cine de este director, quien hace un gran ejercicio de estilo detrás de la cámara, por ejemplo, sus largos travellings; y aprovecha todo elemento artístico, vestuario y decoración, sobre todo, a su mano para crear una obra de preciosista contenido visual.

Casi nada es lo que parece en este filme, al menos ese es el juego que se plantea al espectador, a quien, durante la segunda parte de las tres en la que está dividida la película, se le trata de sorprender y despistar sobre aquello que haya creído entender en la primera, si bien, entre tanto artificio que va apareciendo sin descanso, se puede vislumbrar por dónde va a definirse la situación; si se conoce a Sarah Waters no hay ni que esperar a la segunda parte. Especie de cuento gótico, erótico (esta parte para las mujeres) y lascivo (esta para los personajes masculinos, no hay que olvidar en ningún momento la personalidad de la autora de la novela que sirve de base al guion), con su dosis de comicidad, macabra principalmente. Para consumo interno coreano está la crítica a la parte de sociedad de aquel país que no solo no hizo nada para deshacerse del yugo imperialista japonés, sino que hizo todo lo posible por asimilarlo.
Juan Ignacio
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