Ali, un hombre sin oficio ni beneficio, se recorre Francia de norte a sur en compañía de su hijo Sam, de 5 años, después de que la madre de este, y pareja de Ali, les abandonase. Al final de su recorrido llegan a Antibes, donde vive su hermana, en quien se ampara para dejar a su hijo bajo cuidado. Comenzará a trabajar de portero de discoteca y en su trabajo conocerá a Stéphanie, una mujer de su edad, más o menos en la mitad de la treintena. Tras ese primer encuentro, ella vive en pareja, no se volverán a ver hasta bastante tiempo después cuando las circunstancias de Stéphanie son ya muy distintas.

Historia que sucede a través de un tiempo indeterminado, que si nos atenemos a la lógica (por ejemplo, en lo que tardan en curar las heridas de unas amputaciones hasta que ya se puede utilizar prótesis) es bastante mayor de lo que parece en un primer momento, pues por la forma del trabajo de dirección todo parece estar en un mismo plano que se va desarrollando sin sobresaltos.

Dos personajes protagonistas muy distintos el uno del otro; de un lado, Ali, un hombre de reacciones primarias, amoral, emparejado con la violencia y con nula capacidad de empatía; del otro lado, Stéphanie, una mujer enamorada de Ali, con un trauma físico enorme y reciente, que es capaz de aguantar todo menosprecio que aquel le haga con tal de tenerle, de alguna manera, cerca. Personajes que no están mal perfilados, pero que se nos muestran con un fondo demasiado abstracto. Drama áspero que termina convirtiéndose en melodrama, algo que desmerece de modo absoluto toda la carga de dureza que se hubiese conseguido anteriormente.

Jacques Audiard crea el guion de esta película, junto a Thomas Bidegain, partiendo de dos relatos breves de Craig Davidson, 'Rust and Bone' y 'Rocket Ride'. Y, a mi juicio, en la escritura del guion está el mayor defecto de este filme, si bien la dirección es más que mejorable. Estamos ante un trabajo que parece hecho a impulsos, con poca conexión entre las diversas secuencias cuyo paso de unas a otras resulta, en la mayoría de los casos, demasiado abrupto, teniendo en cuenta que Audiard no utiliza la elipsis nunca. Buena dirección de actores; en el aspecto interpretativo es de destacar la creación que Marion Cotillard hace de su papel, siendo dicha interpretación lo mejor de esta película hecha con buenos propósitos pero fallida en su resultado por un exceso de abstracción y su caída final en el melodrama.