Roberto Rodríguez nos muestra a la gran pantalla un majestuoso film del escritor de cómicos Frank Miller. Este ha creado, tal y como indica el título de la película; Sin City (la ciudad del pecado) un mundo de pesadillas, una ciudad corrupta y lúgubre dónde la gente vive con el único objetivo de subsistir, dentro de este infierno hay personas con mentalidades perturbadas, pedófilos, super-héroes, monstruos, mujeres guerreras, prisiones dónde se practican catastróficas torturas de los peores miedos de la gente y energúmenos con sed de venganza. Ninguna persona políticamente correcta de nuestra vida cotidiana actual podría sacar ni siquiera una pequeña sonrisa de su boca en esta ciudad de perversión a no ser que sufriera algún trastorno psicopático como algunos de los protagonistas mencionados. Los efectos especiales de este film son al puro estilo de Quentin Tarantino, imágenes en primera persona, rotaciones brutales de cámara o el uso de la fotografía en blanco y negro sólo dejando o incluso amplificando el color de aquellos ingredientes tan impactantes a los ojos del espectador que lo hacen agonizar y a la vez disfrutar de las rápidas secuencias que se van emitiendo. Se puede apreciar entre las calles negras la roja sangre deslizando por las paredes, así como caras malvadas avivadas con un amarillo muy intenso que hace que casi se pueda percibir el olor a podrido de aquel ser infernal. El que más me seduce de este portento largometratje son las reflexiones de los protagonistas, los diálogos inteligentes y elaborados y la diversidad de personajes con mentalidades totalmente distintas las unas de las otras.