Bien nos encontramos ante la cuarta entrega de la saga Rambo, con Sly sexagenario, y más castigado que nunca. Eso de que lo vayan parando en los aeropuertos de medio mundo por ir cargado de no se que clase de substancia prohibida no le ha dado muy buena publicidad.
Pero a pesar de todo el tío, ha hecho una gran peli de acción, sí señor. De las de antes, excusa para matar, y cuando la encuentra pues eso a matar, y en esta caen la friolera de....¡tatachán! 236 birmanos de nada, con una media de 2,59 por minuto, ahí queda eso.
Esta cinta da lo que se espera de ella, acción a mansalva, con un ritmo explosivo, y en esta ocasión más bestia que nunca. No se entretiene en extraños dramas o subtramas que contaminen lo que realmente importa: Rambo ha vuelto. Obviamente el ambiente realmente chungo en el que está ayuda a que mole ver piernas volar, y gargantas arrancar. Olé Rambo.

Bien, ha de quedar claro algo. Desde mi punto de vista, la nota máxima que podía recibir esta peli es ese siete que se ha llevado. Una cinta de acción sin pretensiones nunca puede aspirar a más. Es como un ejercicio de gimnasia sencillo pero perfectamente ejecutado. No se llevará la mayor puntuación, pero si se le puede reconocer una más que buena ejecución.
De ahí que no se pueda considerar igual un 7 a Rambo que al King Kong de Peter Jackson, por ejemplo. Se debería tener en cuenta una nota de salida de 10 para el Kong, por su complejidad tanto técnica como de adaptación. De ahí que ese 7 no sea lo mismo.
En fin lo que quiero decir con esto es que no levanto a Rambo IV como una de las grandes del cine, sino como una de las grandes en lo suyo. Se puede negar también, pero lo normal es que para el que lo haga el cine de acción no es está entre sus predilecciones; o simplemente Rambo le caiga mal.