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España España · Cinecittà
Voto de Xavier Vidal:
7
Drama Tom, un joven publicitario, asiste al funeral de su novio, que ha muerto en un accidente de tráfico. En una granja aislada se encuentra por primera vez con la madre de su amado. Ella no lo conoce ni sabe qué clase de relación mantuvo con su hijo. Tom descubrirá entonces que su novio había estado enamorado de una mujer llamada Sarah. (FILMAFFINITY)
31 de julio de 2014
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una escena simbólica en Tom à la ferme que describe a la perfección el inestable tono que preside toda la película. En ella, Agathe, la madre que interpreta con mano firme Lise Roy, enseña a la falsa novia de su difunto hijo una caja con recuerdos familiares mientras confiesa sorprenderse por no ver en ella ningún atisbo de tristeza. La madre, que parece participar de una farsa perfectamente montada por Dolan, inicia acto seguido un emotivo soliloquio en el que sale a la superficie toda la rabia del personaje; y es en ese momento, en una transición de poquísimos segundos, cuando la escena pasa de ser un fragmento impostado a un verdadero torrente de sentimientos.

La cuarta película de Dolan está repleta de giros y de quiebros similares: su trayectoria va del sinsentido al drama vivísimo, de la tomadura de pelo a la tragedia de altos vuelos. Dolan muta, aunque la esencia sigue siendo la misma: Tom à la ferme podría parecer un subterfugio cercano al thriller, pero en realidad Dolan realiza una apropiación de géneros, nunca una adaptación, llevando una trama aparentemente ajena a sus señas como autor a un terreno propio (los personajes, aun formando parte de un puzzle de suspense, se comportan según el carácter desbordante, brusco y enérgico propio del universo de su director, algo similar a lo que hizo Almodóvar, director que se encuentra en las bases de la mirada de Dolan, en la intrincada La piel que habito).

De esa mezcla surge una obra desasosegante y misteriosa, hermética a propósito, excéntrica por necesidad, que no dista demasiado del triángulo amoroso de Les amours imaginaires o de los amores-odios familiares de J'ai tué ma mère. Y es en la relación con la obra de Dolan, y no con sus diferencias (que las hay, y notables: mencionaremos, por ejemplo, la efectiva concepción fotográfica, cámara en mano y scope reducido, de las escenas de mayor tensión, claramente diferenciadas de los dominantes planos estáticos), donde Tom à la ferme se convierte en un campo fértil de interpretaciones: puede ser la historia de una madre que prefiere vivir entre mentiras, de un hijo tosco que encuentra en el novio de su hermano una representación del ser querido o de un amante que ve en el hermano del desaparecido parte de la esencia de la persona que ya no está.

Afortunadamente, Dolan se muestra más intrigante que taxativo, más erótico que sexual, más insinuante que resolutivo: eso explica que el film se inicie con una ida y se cierre con una huida-regreso, y que en ambos casos la trayectoria emocional del protagonista, enmarcada en una transición ciudad-campo-ciudad, se describa mediante las letras y los ritmos de dos baladas, Les moulins de mon coeur de Michel Legrand y Going to a town de Rufus Wainwright, en cuyas letras se concentra todo el sentido y la sensibilidad de la película.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
http://cachecine.blogspot.com
Xavier Vidal
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