'Fiesta de empresa' es como esas cenas de navidad en familia en las que desearías estar en cualquier otra parte. El nivel de chifladura que alcanza es inversamente proporcional a la gracia que causa. Tan solo la presencia de dos actrices que llevan el humor en la sangre como Jennifer Aniston y Kate McKinnon, vale como mínima excusa para aceptar la asistencia a esta fiesta. Ellas son las únicas que en algún momento puntual consiguen convertir la desidia en indiferencia, o poco más, lo que demuestra la torpeza de un guion que por mucho que apueste por el caos y la orgía etílica en busca de la carcajada, no evita mis bostezos.
Es posible que para las generaciones que estén creciendo entre redes sociales a golpe de 'me gusta', pueda llegar a figurar en su particular hit parade de desmadres cinematográficos que merezcan la pena ser vistos antes de los treinta. Sin embargo, quien no pertenezca a los Millennials, es más fácil que encuentre más motivos aquí para el aburrimiento que para el escándalo y eche de menos aquellas juergas universitarias que John Landis nos regaló a finales de los setenta. De Blake Edwards, mejor ni hablamos.