Lo primero que se me viene a la mente con ella es deseo, el deseo de volver a pasar un rato de 'divertido miedo' en otro de esos argumentos en que el entorno, ya responde como primer protagonista. Luego, justo a continuación, me asalta la duda de si será capaz de ser independiente y no hallarse en ningún momento bajo el auspicio recurrente a salvo de cualquier paralelismo. La respuesta a la pregunta acaba estando a mitad de camino entre lo deseado y lo fingido, y a estas alturas, honestamente, hay un estilo algo manido con estas ideas con poco espacio ya para la sorpresa.
La historia tras la dirección, la maldita dirección, es que no existe como tal ni lo que se recoge en ella y como suele suceder se amplía el horizonte de lo posiblemente real con imaginación y fantasía, aprovechando retazos de aquí y allá para fabricar con distinta solidez una historia crediticia. Sin embargo, y a pesar de contentar un poco a medias, satisface con holgura en aquello que promete, y por si esa vieja casa que parece esconder mucho tras de sí, más una fantástica puesta es escena no fueran suficiente, los buenos sustos y el asombro alterno están garantizados.