Alfonso Sánchez junto con su 'compadre' Alberto López abandonan sus cachondas conversaciones de terracita con caña y tapita de jamón. Después de ofrecer sus múltiples puntos de vista sobre casi cualquier cosa y no dejar títere con cabeza, la parodia pija del Rafi y el Fali crece y aparece en escena llena de gracia, picardía y mucha aventura a la carrera. La base aplicada es en esencia la misma a la que se le da la forma que ambos amigos dejaban adivinar, la de dos tíos con mucho morro y mucho cuento. Uno más que el otro, las cosas como son, aunque, a su manera, ambos tratan de encontrar la forma de dar el pelotazo de su vida. El Fali braguetazo, como se dice vulgarmente, y el Rafi creyendo (ingenuo él) que del suelo andaluz va a brotar oro negro. Esto desencadenará todo el maremágnum de correrías y líos por los que la salida por pies siempre acabará siendo la mejor opción.

Humor andaluz en su mejor expresión nutrido de un poco de Bogdanovich, Torrente o Bajo Ulloa.