El título de la película creo que es adecuado. No se refiere al espectador, sino a Álex y sus secuaces, a los que todavía se les escapan risitas de niños gamberros, por este timo que nos metieron. La pena es que el título no fuese literal.
El odio existe, y viendo esta película se genera.

Santiago Seforra, El Gran Decepcioning, Álex Deculo, Sancho Singracia, María Asquerosina, Jesús Polilla, Eduardo Gilipóllez, Sergio Pazodetodo, Carla Singarbo y el repugnante, abominable, caradura, cínico y demencial Jose María Moñigo, entre otros, nos insultan, engañan, toman por imbéciles y saquean con un producto que jamás debió llevarse a cabo y que merece varios premios: una soga, una escopeta de cartuchos untada con nocilla en el cañón, una katana, una bañera llena y un televisor, un frasco de medicinas de colores, una ventana abierta, una gilette, un yougurt caducado y una tortilla de clavos oxidados para que, hipnotizados por el autor del mayor engaño (tras el asombroso timo que nos regaló Telahinco en el programa de preguntitas del también demencial Carlos Soylapera) que jamás haya sufrido este país analfabeto (que aún no se ha recuperado de la estupidez, de hecho creo que va a más, propiciada en aquel entonces por el encierro al que nos obligó el ridículo enano con bigote, que daba pena y risa, pero nos jodió bien), subiesen en tropa a recoger los presentes y nos devolviesen las risas que nos deben, a la vez que se reduciría en cierto grado la posibilidad de una futura producción de similares características.
Al señor director, sin embargo, le regalaría un barreño con agua caliente y jabón, tengo el día generoso, y además me he levantado de buen humor.