Aprovechando la promoción "La fiesta del cine" (pelis a 2.90 eurillos) he dejado de lado la piratería de películas para ir al cine de estreno y ver una obra que trata de la piratería "de verdad".

Acertada interpretación de Tom Hanks, que lleva todo el peso dramático del film, y más que correcta dirección de Paul Greengrass, que, aunque le tiembla la cámara más que en "Bloody Sunday" aquí se lo aceptamos porque nos mete de lleno en los vaivenes del oleaje cuando hay mar gruesa.

De todos modos, no dejo de pensar en que, junto al desdichado Capitán Phillips (que se las ve y se las desea para salir de semejante atolladero), las verdaderas víctimas de la situación son los piratas somalíes, que pasan de cazadores a cazados, y que esa es el verdadero enfoque que quiere dar Paul Greengrass.

Triste es tener que lanzarse a la mar en busca de algún mercante con el que pagarle el tributo a tu jefe, pero más triste es todavía el que te venga toda la armada americana, con sus servicios de inteligencia y te embauquen como a un chino. Nótese, por cierto, el paralelismo entre esta cinta y la notabilísima "Tarde de perros" de Sidney Lumet. En esta como en aquella, unos pringaos intentan sacar rescate de unos rehenes y acaban siendo vilmente timados por el status quo imperante.

Ay, ¡que fue de aquellos piratas románticos, desde Morgan al Corsario Negro, que adornaron nuestros sueños infantiles! Hoy la piratería, profesión denostada y vilipendiada, no da ni para comprarse el periódico. Hijo, tú métete a político.