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Voto de wilder marx:
7
Thriller. Drama Nueva York, año 1981 -según las estadísticas, el año con más crímenes y atracos de la historia en la ciudad-. El inmigrante hispano Abel Morales (Oscar Isaac) y su mujer Anna (Jessica Chastain) han conseguido sacar adelante con éxito su empresa de distribución y venta de gasóleo. Ahora están a punto de lograr la última pieza de su sueño americano: comprar un cotizado terreno frente al río Hudson, un enclave que les permitirá expandirse ... [+]
30 de marzo de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director y guionista J. C. Chandor nos regala con su tercer largometraje, A most violent year, un brillante thriller, digno del mejor gourmet, protagonizado por Oscar Isaac y Jessica Chastain.

La película, ambientada en Nueva York durante 1981 (año con más actos criminales de la ciudad, de ahí el título de la película), nos muestra a un empresario latino, interpretado por uno de los actores de más futuro y presente del cine americano. Oscar Isaac encarna, con presencia acongojante, a Morales, un honrado empresario de fuel que lucha de forma incansable para seguir adelante y crecer en su negocio. Rodeado de violencia, de atracos a sus trabajadores y de un fiscal que no se explica cómo no es un delincuente como los demás, Morales tendrá cada vez más difícil seguir adelante sin utilizar las armas de la “competencia”. Recordando al personaje del joven Al pacino de El padrino I, Morales se verá en el mismo dilema moral, la corriente del mal intenta arrastrarle. Contra ella luchará solo, como siempre lo ha hecho. Su mujer no es precisamente una honrada Diane Keaton intentando disuadirlo.

Ella es la gran Jessica Chastain, una hija de mafioso que no entiende por qué su marido no utiliza las mismas armas que su padre para proteger a su familia y su negocio. Encarnando a una ochentera Lady Macbeth el personaje de la siempre impresionante Chastain intentará sacar lo peor de su marido. Echamos de menos una presencia más continua y menos intermitente del su personaje.

En definitiva, nos encontramos ante un thriller con el mejor regusto clásico, inteligencia narrativa y templanza. La intensidad viene de la historia, las interpretaciones y el impresionante ambiente, no del frenesí de los hechos. Con este tono clásico, la película nos recuerda, sin que nadie exclame al cielo, al drama shakesperiano que también es la trilogía de El padrino de Coppola o al Sidney Lumet de Sérpico o Tarde de Perros, entre otras muchas.

Sin alcanzar la maestría de las citadas (sí su estilo y sus buenas cualidades) la película trascurre de forma fascinante apoyada en las brillantes interpretaciones, la oscura fotografía (de nuevo se nos transporta al Gordon Willis de El padrino y sus rostros ensombrecidos) y un guión con personalidad que no cae en la tentación de llenar de sobresaltos infantiles y facilones la pantalla. Chandor prefiere dejar marca a fuego lento.

Como los buenos platos, este thriller se degusta con el mismo placer bocado tras bocado, regularmente hasta el final.

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wilder marx
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