Muchos tiros, muchas violaciones grupales y ninguna oración.
Balance de este pseudowestern mediterráneo con un montón de actores en declive que por un puñado de dólares arrastran un bien ganado prestigio.
Historia de dos hermanos gemelos (Cleef), uno cura y otro pistolero. En frente la cuadrilla de descerebrados que manda Sam Clayton (Palance). Algo ya visto, con un pueblo de cobardones donde las únicas que muestran un poco de agallas son las mujeres de la cantina.
Un guion caótico con golpes de efecto tipo "¡Yo soy tu padre!", dicho solemnemente a última hora al joven huérfano. Y una pésima realización con la guinda de mover la cámara en el duelo definitivo oscilando como si fuera el badajo de una campana.
Personajes patéticos con atuendos capilares setenteros a base de las consabidas melenas, patillas y bigotes. ¡Ah! y algún que otro pistolero tocado con pañuelito rosa de seda. Los malos parece una "manada" siempre con la bragueta dispuesta. Disparar no saben mucho, pero violar a chicas si.
Por allí anda un sheriff (Boone) con una superplaca "todo a cien" que aparece y desaparece sin venir nunca a cuento.
Interpretaciones pésimas sin excepciones. Cleef, Palance y Boone incluidos.
Película muy floja donde lo único que destacamos es la actitud decidida de las señoritas del saloon o el teatrito de guiñol que aparece al principio y al final como espantados espectadores de lo que por allí pasa.
Total, muchas balas y nos quedamos a dos velas. No la vean.