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Voto de Lafuente Estefanía:
4
5,4
104
Western
Acusado de asesinato, Nick Buckley se lanza a buscar al verdadero culpable del crimen mientras el sheriff y sus hombres le persiguen sin descanso.
5 de octubre de 2020
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curioso western veterinario que así consideramos por el marcado protagonismo que alcanzan una burra, una yegua y su potrillo. La cinta en sí no es nada del otro jueves, pero resultan enternecedoras las escenas de la simpática Platera y su ahijado que, por su interés albeiteresco, relatamos en la zona spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
En una noche de tormenta acuden al saloon dos mineros eufóricos con su hallazgo que invitan a todos a champán, nada menos. Poco después lo hace un curioso viajero, Nick Buckley (Young) que llega con su yegua a punto de parir. Al rato un vecino de mirada torva sale sigilosamente del saloon. Ya sabemos todos lo que va a pasar. En este sentido la cinta es completamente previsible y deja poco margen a la imaginación.
Pero la hay porque enseguida aparece con su caravana una bella y bondadosa buhonera, Luelia Berti (Chapman), que se ofrece a atender las necesidades de la yegua de Nick ante las reticencias del veterinario del lugar, que bromea cuando le pide jabón, pomada y trementina, además de sulfato de cobre para el maíz.
En medio de una nevada pare la yegua un potrillo y, casi a continuación, muere la madre a manos de un desalmado. Hay que buscar leche para el recién nacido y, de momento, no pueden darle otra cosa que agua caliente con un biberón. Suerte que por allí cerca había una burra que había perdido a su burrillo y que se encarga de amamantar al potro.
No lo hemos dicho, pero estaba claro que los malos matan a los dos mineros parlanchines y le cuelgan los muertos a Nick. Perseguido por todos, un balazo le atraviesa el brazo y lo cura un médico que parece más atento a cobrar la recompensa que ofrecen por su paciente que por cumplir con el Juramento Hipocrático. Decididamente no salen bien parados en la película ni médicos ni veterinarios.
A la pobre burra también le atizan un tiro, pero Nick le saca la bala ante la mirada agradecida del potrillo adoptivo.
Western recomendable especialmente para los amantes de los animales, para los demás resulta un poco del montón, pero se deja ver. Curiosos los juegos de sombras que aparecen en varias escenas.
Pero la hay porque enseguida aparece con su caravana una bella y bondadosa buhonera, Luelia Berti (Chapman), que se ofrece a atender las necesidades de la yegua de Nick ante las reticencias del veterinario del lugar, que bromea cuando le pide jabón, pomada y trementina, además de sulfato de cobre para el maíz.
En medio de una nevada pare la yegua un potrillo y, casi a continuación, muere la madre a manos de un desalmado. Hay que buscar leche para el recién nacido y, de momento, no pueden darle otra cosa que agua caliente con un biberón. Suerte que por allí cerca había una burra que había perdido a su burrillo y que se encarga de amamantar al potro.
No lo hemos dicho, pero estaba claro que los malos matan a los dos mineros parlanchines y le cuelgan los muertos a Nick. Perseguido por todos, un balazo le atraviesa el brazo y lo cura un médico que parece más atento a cobrar la recompensa que ofrecen por su paciente que por cumplir con el Juramento Hipocrático. Decididamente no salen bien parados en la película ni médicos ni veterinarios.
A la pobre burra también le atizan un tiro, pero Nick le saca la bala ante la mirada agradecida del potrillo adoptivo.
Western recomendable especialmente para los amantes de los animales, para los demás resulta un poco del montón, pero se deja ver. Curiosos los juegos de sombras que aparecen en varias escenas.