Le preguntaban en cierta ocasión a Buñuel unos cinéfilos sobre el posible simbolismo que encerraba "L'âge d'or" con un hombre arrastrando un piano de cola con una vaca muerta encima. Algo somarda contestó tan tranquilo el paisano "¿Tan raro es ver una vaca sobre un piano?"
Pues eso. ¿Qué pasa porque se den algunas similitudes entre "Río Bravo" y "El Dorado". Absolutamente nada. Dos westerns de muchos, muchos quilates. Dos obras maestras con "Héroes de una pieza y mujeres de rompe y rasga". Con pistoleros que se guardan auténtica "Cortesía profesional".
Desde las acuarelas con que presentan los créditos, cuyo autor veremos luego vender armas bajo el nombre de El Sueco, hasta la "mala pata" de los dos protagonistas cojeando al cierre con sus respectivas muletas.
Otra vez el honor, la camaradería, la amistad, la nobleza, los viejos valores del western clásico, mezclados esta vez con el desenfado y la ironía que llegan con los años.
Historia, guion y realización al máximo nivel. Personajes recios cortados a cuchillo. Cole Thornton (Wayne) el pistolero honorable que acude en ayuda del sheriff amigo y borracho (Mitchum), Bull (Hunnicutt) el viejo colega trompetero. Hasta el malvado cara cortada, McLeod (George), tiene su propio código de honor.
Frases secas como disparos a quemarropa.
Faena para el Dr. Miller, que nada puede hacer para extraer la bala que Cole tiene alojada junto a la espina dorsal. Embriagado todavía por la nube de cloroformo le espeta a Doc, "¿Entonces, que ha estado haciendo hasta ahora?" Mucha operación para un modesto dentista de pueblo, habrá que esperar la llegada del Dr. Donovan experto en este tipo de intervenciones delicadas.
Mientras las viejas glorias hacen mutis por el foro, aparecen en escena otras nuevas como Mississippi (Caan), con su cuchillo, su sombrero estrafalario y sus pócimas para la borrachera a base de ipecacuana (vomitivo), asafétida (expectorante), pimienta de Cayena (antiirritante), mostaza (digestiva y analgésica), aceite de crotóntiglio (purgante violentísimo y peligroso) ... y pólvora para terminar de hacer explosiva la fórmula.
Los 60 avanzan y ya empiezan a escasear los grandes westerns, y a los aficionados al género no nos importan los bises. Tócala otra vez Howard.
Una obra maestra que puede verse una vez y otra sin que canse. Oro de muchos quilates.