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Voto de Lafuente Estefanía:
9
Drama Jacinto, un torero retirado que vive miserablemente con su sobrinito Pepote, recibe una carta en la que se le comunica que, según lo acordado, debe participar en una "charlotada" que se celebrará ese mismo día en Las Ventas. A Jacinto la carta le parece una broma de mal gusto, puesto que no ha firmado ningún contrato; pero, cuando está recogiendo colillas en los alrededores de la plaza, comprueba que su nombre figura en el cartel. (FILMAFFINITY) [+]
13 de octubre de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para el Diccionario de la RAE "charlotada" es un festejo taurino bufo cuyo nombre procede del disfraz de Charlot que usaba cierto artista en sus actuaciones en el ruedo. Por extensión el término se aplica también a una intervención pública, grotesca o ridícula.
Por error la empresa que gestiona la plaza de toros de Las Ventas contrata a un novillero retirado, Jacinto (Vico), que malvive en una chabola con su sobrino Pepote (Calvo). En el sobre del aviso los carteros estampan las sucesivas direcciones de "Jacinto, matador de novillos", en su particular descenso a los infiernos domiciliarios.
Lo que parece una broma cambia cuando se ve oficialmente anunciado en los carteles de la Plaza para esa misma noche.
Llamadas por teléfono a la empresa, malos entendidos y la oferta firme de mil quinientas pesetas por esa noche. Oferta golosa para quien no tiene otra alternativa que recoger colillas del suelo. Se trata de una charlotada y él ha sido torero serio pero ... "más cornadas da el hambre". Ahora se trata de buscar trescientas pesetas para alquilar el traje de luces.
Y en esto ocuparán el resto del día tío y sobrino que parecen el genio del bombín y "El chico" por las calles del Rastro madrileño con su lumpen particular de organilleros, relojeros, sablistas, ropavejeros, colilleros ... falsificadores.
Puro neorrealismo con este toque especial que le confiere la eterna picaresca hispana.
Un gran guion que nos ofrece un día en la vida de esta pareja de entrañables perdedores. Y una soberbia dirección de actores por parte de Vajda, que conduce de la mano y muestra la enorme expresividad de ese niño prodigio del cine español que fue Pablito o Marcelino, ya no lo sabemos bien.
Mención especial para Vico, seguramente en el papel de su vida artística. Borda la interpretación del torero arruinado y borracho que quiere aprovechar lo que parece una última oportunidad. Aunque sea en un espectáculo cómico, taurino, musical, como entonces se decía. Vestido de luces se transforma, aunque sea un traje viejo, aunque no tenga ni siquiera dinero para acudir a la plaza en taxi y deba hacerlo en el metro entre las risas de los curiosos. Cuando se ajusta la montera en el patio de caballos es un Torero, un artista que rebosa Dignidad. Con mayúsculas, esa es la palabra.
Por si fuera poco ahí está el resto del reparto. Primera fila, con noveles de la talla de Gila o Tip que alternan con grandes clásicos.
Unas palabras para Pepe Isbert en el papel de "Sánchez, el falsificador" ... de relojes. Apenas unas pocas frases, pero dichas con ese tono suyo entre lastimero y tierno que queremos rescatar aquí del interrogatorio policial. "Solo los omegas", responde lacónico cuando le preguntan si todos los relojes que lleva son falsos, y "Creo que no" contesta disculpando a Jacinto al preguntarle si sabe que haya comprado a otros relojeros. Con estas dos pinceladas sobra.
Bellas fotografías expresionistas con primeros planos del niño enternecedores y tremendamente dramáticos en el caso de Jacinto.
Así que, de charlotada nada. Estamos ante una de las cimas del cine español todavía insuficientemente reconocida. No se la pierdan.
Lafuente Estefanía
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