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Voto de Lafuente Estefanía:
5
Western Un círculo de falsificación que opera en la frontera méxico-americana es el blanco de una investigación conducida por el comisario John Wyatt (John Wayne). Uniéndose al show medicinal del Dr. Carter como un certero traidor, Wyatt pretende capturar a la banda. De lo que no se ha percatado es que el cerebro del plan es el ex -socio del Dr. Carter, quien no parará hasta asesinar a Carter y raptar a su hermosa hija... (FILMAFFINITY)
30 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Menos cinematográfico pero sin duda más fiel al argumento de la cinta, antes que "El cañón del Paraíso" preferimos encabezar nuestra reseña bajo el título del "Espectáculo de medicina" que montan los vendedores ambulantes de un específico farmacéutico conocido como el "remedio indio del Dr. Carter". Pequeña troupe que confunden las autoridades con una banda de falsificadores de moneda.
Llama la atención que todavía el director no alcanza la importancia de figurar con su nombre en grandes caracteres al final de los créditos, pues discretamente lo encontramos al comienzo de los mismos entremezclado con la presentación de actores y técnicos. Ingenua costumbre bastante extendida aun en muchas cintas de la época.
La película parece ambientada a comienzos del siglo XX, al menos a juzgar por el la especie de camioneta o roulotte ambulante que utilizan los "artistas". Sociológicamente sirve para constatar los recursos publicitarios usados para introducir los primeros específicos en el mercado rural, con una especie de teatrillos que montaban sobre un sencillo escenario de tablas con actuaciones musicales, de danza o de exhibiciones de tiro. Todo para, al final, vender el citado "remedio indio del Dr. Carter", compuesto por un 90 % de alcohol, lo que indica que se trata seguramente de un jarabe o de un elixir. De todas formas, en el argot médico-farmacéutico americano cuando se habla genéricamente de un "remedio indio" se hace siempre en todo peyorativo para referirse a alguna superchería medicamentosa.
Por lo demás se nota mucho que nos encontramos al principio del cine sonoro, con un sonido, diálogos y doblaje muy deficientes. También las limitaciones técnicas y presupuestarias, lo que no impide que se compense con un jovencísimo Wayne y con la presencia de auténticos especialistas en caídas o saltos de caballo, como el que se produce desde considerable altura sobre las aguas de un río.
Tampoco es menor la brevedad del metraje. Lo regular, si breve, por lo menos es pasable.
Lafuente Estefanía
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