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Voto de Lafuente Estefanía:
10
Intriga. Drama Leonard Vole (Tyrone Power), un hombre joven y atractivo, es acusado del asesinato de la señora French, una rica anciana con quien mantenía una relacion de carácter amistoso. El presunto móvil del crimen era la posibilidad de heredar los bienes de la difunta. A pesar de que las pruebas en su contra son demoledoras, Sir Wilfrid Roberts (Charles Laughton), un prestigioso abogado criminalista londinense, se hace cargo de su defensa. (FILMAFFINITY) [+]
20 de diciembre de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine Oeste de Valencia, un 19 de marzo a comienzos de los 60. Hemos bajado desde el pueblo a las fallas en el autobús en el que retornaremos después de la cremá. Cansados y aburridos mi padre nos mete a todos en la primera sesión de la tarde para ver "Testigo de cargo".
Después de todos los años pasados, hemos vuelto a verla y a experimentar la emoción de la intriga y la sorpresa por el desenlace. Exactamente igual que la primera vez que la vimos.
Ocurre con las grandes obras, con maestros como Wilder o Hitchcock capaces de atrapar la atención del espectador y de preparar siempre finales sorprendentes. Lo mismo se trate de dramas judiciales y policiacos como "Testigo de cargo" que de comedias ambientadas en el medio periodístico como "Primera plana", cinta con la que comparte un reparto de lujo, una dirección magistral de los actores y esos toques de ternura que tanto echamos de menos en el cine de hoy.
Una película sobresaliente ya harto comentada, de la que destacaremos los aspectos patológicos de la figura genial de Wilfrid Roberts (Laugthon). Un abogado criminalista, obeso, solterón, fumador y bebedor que ha debido sufrir algún problema coronario y que después de la convalecencia regresa a su casa, "Los médicos no me han dado la absolución, solo la condicional".
Y la condición de dejar el trabajo intenso llevando casos como el del farmacéutico acusado de poner cianuro en el desayuno, así como cumplir a rajatabla las instrucciones de su enfermera particular, la señorita Plimsoll (Lanchester), soltera por sufrir su novio dos ataques sucesivos de apendicitis y de peritonitis que le costaron la vida.
Todo inútil, pues Wilfrid se mete en la defensa con toda intensidad padeciendo crisis de hipertensión arterial hasta llegar a 24 de tensión sistólica, que exige la aplicación inmediata de inyecciones hipotensoras, tabletas de nitroglicerina sublingual y píldoras administradas de hora en hora.
Inolvidable la imagen del genial abogado jugando con las pastillas en la mesa de la defensa y ordenándolas en diversas formas geométricas.
Como inolvidable es la película que sigue hoy ocupando uno de los lugares de privilegio en la historia del cine.
Lafuente Estefanía
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