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Voto de Lafuente Estefanía:
4
9 de noviembre de 2020
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comparan varias reseñas "El gran McLintock" con la maravillosa cinta de Ford "El hombre tranquilo". No terminamos nosotros de ver las similitudes, fuera de los protagonistas y del enfrentamiento entre esposos, tan común por otra parte en el cine de todas las épocas. Más parecido le vemos con "La fierecilla domada" de William Shakespeare (1594). También con el elogio de la vida rural, con su brusca franqueza teñida a veces de rudeza, frente a los almibarados petrimetres que llegan de la gran ciudad y que aquí son sistemáticamente ridiculizados. Pijaitos los llamamos en Aragón.
Por lo demás, nos encontramos ante una comedia de enredo muy menor ambientada en el Oeste. Larga y con una serie de lances más grotescos que divertidos. Nos estamos refiriendo, por ejemplo, a las escenas del baño en la balsa del yeso, la subida por la escalera de los borrachos o la persecución a una de las protagonistas en paños menores por todo el pueblo. Auténticas astracanadas de dudoso gusto y menor gracia.
Nada a destacar en lo sanitario salvo una referencia al uso de árnica para curar los golpes y las magulladuras producidas en las peleas o, cosa bastante frecuente, que el dentista del pueblo hace también de barbero.
La música y la ambientación correctas, buena interpretación de George W. McLintock (Wayne), de su esposa (O'Hara), de la cocinera (De Carlo) y de Drago (Wills). Un verdadero desperdicio de actores para una obra tan mediocre.
Por lo demás, nos encontramos ante una comedia de enredo muy menor ambientada en el Oeste. Larga y con una serie de lances más grotescos que divertidos. Nos estamos refiriendo, por ejemplo, a las escenas del baño en la balsa del yeso, la subida por la escalera de los borrachos o la persecución a una de las protagonistas en paños menores por todo el pueblo. Auténticas astracanadas de dudoso gusto y menor gracia.
Nada a destacar en lo sanitario salvo una referencia al uso de árnica para curar los golpes y las magulladuras producidas en las peleas o, cosa bastante frecuente, que el dentista del pueblo hace también de barbero.
La música y la ambientación correctas, buena interpretación de George W. McLintock (Wayne), de su esposa (O'Hara), de la cocinera (De Carlo) y de Drago (Wills). Un verdadero desperdicio de actores para una obra tan mediocre.