Como en los viejos chistes.
En esta ocasión hay además un par de huevos de Pascua de los que el gran joyero ruso Fabregé fabricaba todos los años para la familia imperial.
Y tras ellos, para robarlos, claro, va una singular pareja. Un ladrón negro de guante blanco, Keith (Freeman), "padrino" de la bella Alex (Mitchell), y un robaperas latino de tres al cuarto, Gabriel Martín (Banderas). El nombre de este es como la prueba del algodón, que no engaña.
Historieta de robo inverosímil basada en un guion con más agujeros que un colador y una realización rutinaria. Personajes todos superficiales y vacuos.
Mucha acción, la imprescindible escena de cama y muchas chorradas que se potencian con un doblaje que se permite tacos ridículos que dan vergüenza ajena por su localismo.
Sobreactuado Banderas, vale, pero tampoco Freeman se salva.
Lo mejor cuando la pareja de ladrones bromea con las cintas "Rififi" y "Topkapi", que no sirven sino para reconocer las distancia sideral que separa a "The code" con las obras de Jules Dassin.
Con todo, sirve para pasar el rato. Algo es algo.