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Voto de Lafuente Estefanía:
9
Western El sheriff Chance (John Wayne) encarcela por asesinato al hermano de un poderoso terrateniente que intentará liberarlo por todos los medios. Para impedirlo, Chance cuenta con la colaboración de dos ayudantes: un alcohólico (Dean Martin) y un viejo tullido (Walter Brennan), a los que se une un joven y hábil pistolero llamado Colorado (Ricky Nelson). Todos ellos se encierran en la oficina del sheriff para impedir que el preso pueda ser ... [+]
3 de noviembre de 2020
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Y mira que el tema de la cinta es bien conocido. Los que hemos dedicado nuestra vida a escribir novelas del Oeste, en montones de ocasiones hemos hablado del tipico pueblo con un sheriff de conciencia recta que encierra a un asesino al que su familia o sus secuaces quieren liberar como sea. Y sin embargo, sobre este tópico tan requeteconocido, Hawks levanta una auténtica obra maestra.
Ayudan mucho, claro está, un conjunto de excelentes actores como el que logra reunir, la música con su monótono solo de trompeta tocando la célebre "Canción del degüello" que escucharon en su día los defensores de El Álamo, la ambientación, el humor en el que secundarios como el viejo Stampy (Brennan) juegan un papel muy bonito, y, como no, el amor, el amor crepuscular entre el pundonoroso sheriff Chance (Wayne) y la bella jugadora de cartas (Dickinson).
Con todo, para nosotros lo mejor de la obra está en la relación de amistad casi filial que se da entre Chance y Duck (Martin), también conocido por Merluzón (de merluza o borrachera) por los mexicanos. Por amores no correspondidos este último, hábil siempre con el revólver, se ha dado a la bebida hasta convertirse en un completo alcohólico que mendiga de taberna en taberna la dosis diaria de whisky entre las burlas de los vecinos. En este momento crítico, Chance le tiende una mano y le ofrece una responsabilidad importante, lo nombra ayudante suyo: "¿Crees que has patentado la borrachera? -No, eso no, pero podría patentar las mías".
A partir de este momento asistiremos a toda una cura de deshabituación alcohólica en la que el paciente pone de su parte cuanto puede. Lo veremos sufrir el peligroso síndrome de abstinencia que se acompaña de insomnio, temblores, excitabilidad, falta de apetito, etc. Chance, hombre duro donde los haya, lo trata sin miramientos buscando la reacción positiva del enfermo y evitando toda tentación autocompasiva. Nos parece una actitud inteligente que es la que suele recomendarse en estos casos. Mejor la mano dura que el corazón blando.
Y es que en pueblos como Río Bravo (Texas) no debían ser raros los casos de alcoholismo, un pueblo con al menos cuatro tabernas. Una de ellas, "El toro rojo", con una buena colección de carteles taurinos colgados en las paredes. Menos mal que también hay un médico (cuarta casa desde el Hotel en la calle principal) y, curioso, un fotógrafo al daguerrotipo. Algo es algo.
Lafuente Estefanía
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