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Voto de Lafuente Estefanía:
6
Drama Narra la historia del mítico atleta Jesse Owens, el coloso de la velocidad que saltó a la fama en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936, cuando dejó al mundo boquiabierto con sus espectaculares marcas que echaron por tierra la teoría de Hitler sobre la supremacía de la raza aria. (FILMAFFINITY)
5 de noviembre de 2023
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Lema adoptado por el Comité olímpico a partir de 1900, "Citius, altius, fortius", es decir, más rápido, más alto, más fuerte, es una frase que se atribuye a un dominico francés que quiso estimular con ella los logros deportivos de sus alumnos.
En la cinta que nos ocupa habría que hablar solamente de citius, pues está dedicada al atleta negro Jesse Owens (James), uno de los grandes velocistas de todos los tiempos que en los Juegos olímpicos de Berlín logró cuatro medallas de oro.
Sin embargo, su verdadero éxito fue demostrar que ni en lo físico ni en lo intelectual hay razas superiores o inferiores como pretendía el nacionalsocialismo.
Se trata pues de una película biográfica corriente y vulgar, huyendo del horrendo anglicismo ahora tan de moda. Corrientito también es el guion que se ensimisma en facetas muy menores como la vida sentimental del protagonista, y pasa por encima de otras de más enjundia como es la relación entre el olimpismo (y el racismo) norteamericano con las autoridades nazis.
Demasiado pasteleo convencional también en la realización a la que se echa en falta más nervio, más rasmia. Personajes sin mucho relieve. El mejor sin duda es Avery Brundage, durante décadas presidente del COI, personaje controvertido que también merece su propia película, claro que tiene detrás a un inmenso Irons.
Bien las escenas deportivas. Emocionantes. "Durante esos diez segundos soy totalmente libre", 100 metros, 45 zancadas. No tanto el habitual maniqueísmo americano de buenos y malos cuando aborda la cuestión de la Alemania nazi.
Aquí todos tenemos algo que pagar. Y si no que se lo pregunten a los dos velocistas judíos del equipo americano de relevos, que los retiró de la carrera por su etnia para dar entrada en su lugar a Owens y a otro compañero menos expertos en la prueba.
Aun entre los marginados había clases. Y las sigue habiendo con los judíos, como se aprecia con la doble moral que practicamos, siempre en su perjuicio, cuando los comparamos con los países árabes.
Una obra interesante, atractiva como todo lo que rodea al mundo del olimpismo, pero que se queda a mitad de camino sin terminar de romper.
Recomendable para los amantes del atletismo. Para el resto también si no pone demasiado altas las expectativas.
Lafuente Estefanía
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