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Voto de Lafuente Estefanía:
8
Western. Drama Los Zachary son una familia de ganaderos texanos con tres hijos varones y una hija menor adoptada desde que era casi una recién nacida. En el presente hace años que el Señor Zachary murió en un ataque de los indios kiowa, y sus hijos, trabajando asociados con la familia Rawlins han conseguido, tras años difíciles, tener un buen ganado. Un día, un anciano misterioso llamado Abe Kelsey comienza a extender el rumor de que la hija de los ... [+]
7 de marzo de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un buen año. Un buen año para el ganado después de varios de sequía. Desde Wichita regresa el mayor de los Zachary, Ben (Lancaster) con regalos para sus hermanos y un descomunal piano de cola para la madre Mattilda (excelente Gish). Todos están felices y lo celebran compartiendo mesa, mantel y casorios con sus vecinos y consocios los Rawlins. Mientras el patriarca de estos, Zeb (Bickford), reparte bendiciones y frases bíblicas, su hijo Charlie (Salmi) tira los tejos a la menor de los Zachary, Raquel (Herburn), que adoptó la familia desde muy niña en condiciones un tanto extrañas.
En medio de la felicidad general aparece enigmáticamente un personaje estrafalario. Una especie de quijote seco y nervudo, vestido con un viejo uniforme confederado y armado con una gran espada. Es Abe Kelsey (Wiseman), "La Espada del Señor" se proclama. Sobre las tranquilas aguas del estanque ha caído una enorme piedra. Ya nada va a ser como se esperaba.
Estamos en las grandes llanuras texanas, con pequeñas poblaciones en medio de los enormes latifundios, donde con frecuencia se da la "fiebre de la pradera, el peor mal de Texas: la soledad". Soledad que a veces lleva como vemos a la locura mesiánica, a la intolerancia.
En una cinta que cuenta con un elenco de actores tan notable, sin duda este Kelsey es el personaje clave. Su presencia entrevista en medio de nubes de polvo y de viento, su carácter fantasmagórico, sus palabras apocalípticas, su aire sobrenatural ... el dramatismo de su muerte. Más aun, el examen que hace el atribulado Zeb del rictus de su rostro muerto para adivinar a través de sus rasgos si mentía o decía la verdad. La cara (muerta) como espejo del alma.
Y es que en una sociedad de frontera como aquella son muchas las cuentas que hay pendientes con los "sucios y asquerosos kiowas". Porque el odio al indio es otra de las claves de la cinta, odio extendido en toda la población pero especialmente explícito en el caso de Cash Zachary (Murphy) que abomina del mestizaje ("Sangre impura en las venas").
Excelente argumento al que tal vez se le pudo dar otro rumbo de haber gozado de mayor libertad Huston, como muy bien destacan las reseñas. Pero eso ahora no cuenta. En cualquier caso la realización se lleva con mano firme, se recrean magníficas escenas de enorme dramatismo (más que un western parece un drama), gran fotografía, paisajes y colorido.
Y, contra lo que muchos otros opinan, también buena banda sonora, tal vez demasiado potente en algunos momentos, pero recordamos especialmente la bellísima partitura de aires hispanos que suena cuando el indio Portugal (Saxon) cabalga en el corral el potro que acaba de domar entre los incrédulos espectadores que lo miran admirados, "No hay hombre que no pueda ser derribado, ni caballo que no se pueda montar". Atrevido personaje el de este indio domador de caballos, uno de los pocos que se las tiene tiesas con Ben Zachary.
Aquí otro de los puntos fuertes de la película, el poderío de las personalidades, lo bien descritas que están, coherentes, sin sorpresas, sólidas. Y las excelentes interpretaciones de todos, lo mismo principales que secundarios. Contra lo que opina la mayoría, la menos convincente para nosotros es la de Hepburn, no nos parece una buena elección para representar el personaje de Raquel.
Si el asunto va de racismo y de diferencias entre culturas, los indios kiowas merecen asimismo unas palabras. Al margen de la habitual torpeza guerrera con que se presentan siempre, queremos destacar la majestad con que se aparecen sus jefes ante el rancho donde vive la hermana que reclaman. Silenciosos, pacientes, esperan buscando el diálogo antes que el enfrentamiento, llevan obsequios, comprenden la importancia de lo que piden. La respuesta es un balazo que abate a uno de ellos. A sangre fría, para demostrar la irreductible posición de los Zachary en defensa de lo que consideran suyo.
Desde luego el final pudo ser mucho más dramático, pero tampoco queda del todo mal el desenlace del drama.
Imperdonable perderse esta cinta que ha ganado con el paso de los años. Muy recomendable.
Lafuente Estefanía
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