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España España · Albacete
Voto de Martini:
9
Drama. Comedia El oscarizado guionista y director Paolo Sorrentino presenta la historia de un chico, Fabietto Schisa (Filippo Scotti), en el turbulento Nápoles de los años ochenta. En "Fue la mano de Dios", hay lugar para alegres sorpresas, como la llegada del legendario futbolista Diego Maradona, y para una tragedia igual de imprevista. El destino interpreta su papel, la alegría y la desdicha se entrelazan y el futuro de Fabietto echa a rodar. ... [+]
22 de diciembre de 2021
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorrentino puede parecer excesivo, barroco, preciosista, excesivamente sarcástico y un poco ególatra, creando habitualmente personajes que están por encima del bien y del mal, pero no son rasgos que le sienten mal. Son rasgos que definen una personalidad cinematográfica y que establecen los mecanismos en los que se apoya un autor, algo que cada vez escasea más en una industria más amante de las fotocopias que de las películas.

Mucha gente para hablar de Sorrentino lo hace empezando a hablar de La Gran Belleza o de sus parecidos con Fellini, sin embargo yo creo que esta película tiene identidad de sobra para hablar de ella sin caer en los tópicos "Sorrentinianos" (cosa que he hecho ligeramente nombrando las cosas de las que suele hablar la gente).

La película retrata la adolescencia como solo Sorrentino lo podría hacer. Mezclando personajes grotescos, la fascinación por el cuerpo femenino, por esa necesidad imperiosa de perder la virginidad y por el amor a la familia porque por muchos defectos que puedan tener son nuestro anclaje al mundo. No se recrea en el morbo cuando sucede el punto de inflexión de la película que es la muerte de sus padres. Tampoco en el dolor posterior, que presenta con la confusión de Fabietto, el alter ego de Sorrentino cuando su mayor preocupación es que no puede llorar, como si esa fuera la única manera de sufrir, como si para que los demás se quedaran tranquilos tuvieras que derramar un mar de lágrimas para que nadie piense "este chico no quería a sus padres". Lágrimas como símbolo de las apariencias.

Los diálogos de Sorrentino siempre me han parecido maravillosos por muy exagerados que sean. Siempre dota a sus personajes de un poso de profundidad pese a que la sociedad los perciba como mediocres. Son personajes atormentados por su propia existencia, por el devenir del tiempo. Supongo que no es sencillo ser feliz en un mundo que nos da la respuesta a muchas cosas pero a ninguna de las relevantes. Tal vez la respuesta sea Maradona, al que Sorrentino retrata más cerca de la divinidad que de la humanidad, una divinidad a la que a veces hay que acercarse cuando no somos capaces de entender nada más.

Sorrentino aquí aparca ciertas características de su cine para hacer una película íntima, donde las cosas más importantes se dicen por los ojos y no por la boca (como habitualmente ocurre en la vida) y donde a partir de una experiencia traumática hace arte. No sé si es la mejor película de Sorrentino; es cierto que está bastante alejada de todo lo que ha hecho; podría ser como para Tarantino, Jackie Brown: una película más alejada de los tics característicos de su cine y que sin embargo funciona como un reloj de cuco.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Martini
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