La película es una especie de cuento fantástico en el que se nos presenta al personaje de Christina Ricci, Penelope, una chica de familia rica que nació con una maldición, la de tener que vivir con una nariz de cerdo. Durante 25 años ha vivido escondida del mundo recluída en su casa, sólo cuidada por sus padres y un mayordomo. La maldición que pesa sobre Penelope tiene solución y es que alguién la quiera por quién es, pero el problema es que tiene que ser de la misma condición que ella, ser de la aristocracía, por lo que durante siete años se entrevista con pretendientes que cuando le ven el rostro salen huyendo. Penelope sólo quiere conocer el amor, salir de su jaula y que alguien la entienda y la quiera por como es, algo que se le hace dificil hasta para ella. Pero la cuestión es que un momento dado, todo cambia cuando entra en liza el personaje de James McAvoy, un aristócrata venido a menos interesado sobretodo en el dinero que pueda ganar, ya que es un adicto al poker que siempre pierde.

La película es visualmente cautivadora, con escenarios de carácter fantástico, con mucho colorido y muchos motivos y detalles que la hacen muy rica a los ojos del espectador. La banda sonora no destaca, pero tampoco molesta, y lo que si está muy logrado son los momentos de comedia de la cinta. El guión no es que sea lo más original que se haya visto nunca, pero resulta innovadora en según que partes, con escenas realmente geniales y que gustarán mucho al espectador. Los actores se encuentran cómodos en sus personajes y eso se nota. Mark Palansky, que es el director, no lo hace nada mal, con planos y movimientos de cámara muy interesantes, pero que no dejan lugar a dudas de que sus influencias son Tim Burton (Eduardo Manostijeras) y Jean Pierre Jeunet (Amelie).

A mi la película me encantó, para que os voy a mentir. Me lo pasé muy bien, me pareció muy bonita y me reí bastante. Sus 110 minutos se pasan volando sobretodo porque parece que estás viviendo en un cuento fabuloso que no quieres que se acabe en ningún momento.