Muy entretenido thriller pseudo-político mezclado con aspectos del cine de secuestros. Tal vez el Oscar a mejor película sea demasiado, pero hay que tener en cuenta a su vez el nivel de las competidoras. Asimismo, es el tipo de films que en el mundillo de Hollywood tanto gusta: una película sobre cómo se hace una película. Al menos, parte del entramado comercial y donde se gestan los proyectos esta plasmado aquí, aunque sea argumentalmente secundario a la trama principal, esto es, sacar a los tipos sanos y salvos del país.
Así, la película no aburre en sus 120 minutos, está interpretada de forma competente y, lo mejor, te mantiene pegado al asiento especialmente en el último tercio, donde se lleva a cabo la operación de salvamento. Está narrada de forma aparente sencilla y directa, de modo que uno sufre casi a la par que ese grupo de desgraciados funcionarios que se deben hacer pasar por cineastas y lograr superar el férreo y peligroso control aduanero iraní. Hay mucha tensión (una llamada telefónica, un fax comunicando, una palanca de cambios que no acciona, etc.), y casi te dan ganas de aplaudir cuando, por fin, ... ejem, me callo.