Catherine Deneuve está excelente en un papel lleno de matices y sutiles (a penas tiene frases de diálogo) para mostrarnos cómo esta chica tímida, introvertida y retraída social hasta límites enfermizos va perdiendo poco a poco la cabeza cuanda se ve despojada de la única persona que la mantiene serena: su hermana mayor. Su mente se va pudriendo cada minuto que pasa sola en aquel piso londinense, como se simboliza en el plato del conejo guisado y en las patatas que empiezan a germinar por la dejadez. Y allí está Carol, torturada por extrañas visiones que la aterrorizan (grietas, manos, violaciones), y que la harán rebelarse ante todo lo que invada su morada, ya sea con mejores o peores intenciones.