¿Quién no ha soñado alguna vez que posee el don inexplicable del vuelo o, en un estado onírico, ha sentido la angustia del ahogo en aguas turbulentas o, mejor aun, ha dado rienda suelta a sus impulsos más lascivos mientras se está en brazos de Morfeo? Al despertar, recordarás breves escenas de esos eventos inexplicables, incongruentes e imposibles, por lo que no queda más que estirarse, frotarse los ojos y sonreír para buscar una ducha y regresar a la realidad. Solo en esa medida será posible comprender este pequeño corto francés dirigido por Luis Buñuel y Salvador Dalí, en la edad de oro del surrealismo en el arte. Es obvio que estos personajes no estaban interesados en contar una historia. Más bien da la impresión de buscar que el mismo espectador arme su propia interpretación e hile la narrativa del corto, sacando conclusiones de las imágenes mudas que se proyectan.

A decir verdad, no soy un fanático del surrealismo aunque admiro el trabajo de Dalí, por la osadía de su obra y la profunda perspectiva emocional que intenta transmitir. Por esta razón no encontré excepcional ni maravilloso este cortometraje, pero considero que no está mal y cualquier persona apasionada por el cine debería darse la oportunidad de visualizarlo, así sea por el solo interés de comprender de dónde vienen algunas de las imágenes más recurrentes en la cultura popular como lo son las dos manos sosteniendo el rostro de la mujer a punto de cortar su ojo o la polilla (o mariposa según el punto de vista) Acherontia atropos, imagen clásica de la película “El Silencio de los Inocentes” (en España, "El Silencio de los Corderos"). Para resaltar: las escenas de las hormigas en la mano, los pianos y los burros y la mano en la mitad de la calle, dejan mucho para la imaginación.