Siempre me ha llamado la atención descubrir o, al menos comprender, el origen de una brillante idea, de una genialidad en el cine o el principio de los famosos “clichés”, esas escenas originalmente tan creativas que se volvieron recurrentes en infinidad de películas posteriores. Uno de mis “clichés” favoritos es el del “falso culpable”, aquel protagonista al que le acusan de una o varias (generalmente son varias) atrocidades, todo el mundo le odia y le busca para vengarse pero, al final, se demuestra su inocencia.

El Enemigo de las Rubias (nombre que, en mi criterio, es un poco tonto. Originalmente se llamó: The Lodger: A Story of the London Fog, algo así como “El Inquilino, Una Historia de la Niebla de Londres”), cuenta la historia de un asesino de mujeres conocido como “El Vengador” a la vez que un inquilino llega en medio de la noche a una pensión. La historia no es novedosa en la actualidad debido a que infinidad de filmes han usado el mismo recurso, pero a Hitchcock hay que abonarle dos cosas: Ser el primero en usar el recurso del “falso culpable” con maestría y lograr transmitir una fuerte carga simbólica en cada una de las escenas de esta película, y más si se tiene en cuenta que es cine silente (más popularmente conocido como “cine mudo”).

Ojalá los espectadores de este tipo de cine lograran trasladar lo que ven en la película con lo sucede en la realidad. Vivimos en una sociedad tan ávida de venganza contra todo y todos que, en muchas ocasiones, no interesa descubrir a los verdaderos responsables de ciertos crímenes, sino encontrar a alguien que pague por ellos para sentirnos más tranquilos y satisfechos lo cual, a título personal, resulta bastante macabro.

Gracias al Cine-club Caldo Diojo (Bogotá - Colombia), por su proyección.