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Argentina Argentina · BOULOGNE
Voto de EKELEDUDU:
10
Comedia El cómico francés Fernandel encarna a Don Camilo, y Gino Cervi a Peppone, personajes creados por el escritor italiano Giovanni Guareschi. En Brescello, una pueblo del valle del Po, los conflictos y enfrentamientos entre Don Camilo, el párroco local, y Peppone, el alcalde comunista, son constantes. (FILMAFFINITY)
15 de noviembre de 2011
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1948 Giovanni Guareschi escribía un libro maravilloso, grande en calidad aunque su estilo tuviera una sencillez acorde con su temática, y que hoy en día no es debidamente valorado. DON CAMILO, que de él hablamos, ilustraba con gran humor y humanidad la vida en los pueblitos campesinos de las orillas del Po, donde ni siquiera las querellas entre vecinos eran para tomarse muy a la tremenda. Cuatro años más tarde, el director Julien Duvivier llevaría al celuloide las historias incluidas en dicho libro, al que seguirían otros, igualmente trasladados a la pantalla grande.

En el rol protagónico tenemos al genial comediante Fernandel en el que se convertiría sin duda en su papel más recordado, el Don Camilo del título, un cura de enorme fe y espíritu cristiano, pero de métodos poco ortodoxos e involucrado en política pueblerina. La misma lo enfrenta a un alcalde comunista, Pepón (Gino Cervi), buen hombre a su manera, pero rudo y obstinado (entre otros defectillos). Y mediando entre otros está el Cristo crucificado del altar mayor de la iglesia (voz en off de Ruggero Ruggeri), quien no deja pasar la menor falta a Don Camilo, quien después de todo es su siervo y debe hacerlo quedar bien, aunque el partido rojo, por ateo, parezca oler un tanto a azufre. En torno a ellos giran las vicisitudes de los demás habitantes del pueblo, enrolados en el bando del cura o en el del alcalde y por lo tanto tan ferozmente enfrentados como ellos, pero aliados cuando la situación lo requiere.

La película no respeta el orden de los episodios tal como aparecen en el libro, pero a nadie le importa y quizás muy pocos lo hayamos advertido, porque lo que realmente importa es que se ha captado el espíritu de la obra, cosa que no puede decirse del filme que sobre el mismo personaje se hizo en 1983 con Terence Hill como Don Camilo. Quien por momentos se sature del efectismo aturdidor de Hollywood y busque algo diferente, encontrará en DON CAMILO un retrato de tiempos mucho más tranquilos que éstos que corren y, por consiguiente, será como un remanso de paz para su alma.
EKELEDUDU
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