J.C. Chandor sigue afiliado a esa exigente máxima que reza: «prohibido hacer una película que baje del excelente». Y que siga afiliado a ella durante mucho tiempo, por la parte que me toca.
“El año más violento” es un soberbio y sugerente thriller que desestima ese animal mitológico conocido como sueño americano. La cinta también es un órdago contra la honestidad, guiado por el genial Abel Morales de un sublime Oscar Isaac. Uno de los mejores personajes recientes que he visto en cine, dicho quede. Y en otra de sus capas el film resulta una nueva radiografía a la crisis económica, mediante la que J.C. Chandor completa su trilogía sobre la recesión, iniciada con la brillante “Margin Call” (2011) y continuada con la no menos formidable e infravalorada “Cuando todo está perdido” (2013).
Abel Morales regenta una empresa de gasóleo junto con su esposa. Estamos en el New York de 1981, que según las estadísticas fue el año con más crímenes y robos en la ciudad norteamericana. Morales está a punto de completar su propio y ansiado sueño americano, con una última pieza. Pero de repente empiezan a venir mal dadas desde diferentes frentes. Es ahí cuando nuestro protagonista deberá cuestionarse sus principios más férreos y decidir que camino tomar para lograr su objetivo. Así analiza J.C. Chandor los cimientos de una sociedad viciada y enferma, capaz de convertir aquellos errores del pasado en acomodada herencia mediante la que construir un tambaleante futuro.
“El año más violento” son dos horas absolutamente hipnóticas. Yo estoy perdidamente enamorado de este cineasta, y quizás mi opinión no resulte objetiva por ello, pero es lo que hay. Visualmente es una película muy sobria, pero no por ello menos efectiva. Y actoralmente todo el reparto se entrega a la causa sin mostrar oposición. Lo de Oscar Isaac es tremendo, pero el resto del elenco funciona a la perfección aunque solo tengan una escena.
Lo dicho, “El año más violento” es un peliculón, y punto. Cada vez que me pregunto a mi mismo que película de J.C. Chandor me gusta más, me sorprendo al comprobar que no lo tengo nada claro. Cada día le doy a una diferente la medalla de oro. Gran virtud la de este cineasta.