“Jojo Rabbit” es una cucada que hay que amar o amar, no cabe otra posibilidad. Muy en la línea del cine de Taika Waititi. Cierto que la cinta nos entrega una versión del cineasta neozelandés mucho menos sutil y más obvia que de costumbre en todo lo que suele condensar su cine, en sus filias como autor más allá del mensaje evidente del film. Por ello seguramente sienta más predilección por obras como “A la caza de los ñumanos” (2016). Pero aun así “Jojo Rabbit” es la gozada deseada.
“Jojo Rabbit”, interpretación bastante libre de la novela de Christine Leunens, nos narra la historia de Johannes Betzler, Jojo para los amigos. Un crío alemán de diez años que, durante los últimos compases de la segunda guerra mundial, está a punto de participar en un campamento de las SS destinado a los más jóvenes. Su fanatismo por la figura de Hitler, al que tiene como amigo invisible, y su causa, es inversamente proporcional a sus aptitudes para el conflicto armada. Fruto de ello acaba teniendo un accidente que le obliga a caer en la última línea de combate, repartir panfletos de buzón en buzón. Un buen día descubre que Rosie, su madre, oculta en casa a Elsa, una refugiada judía. Es ahí cuando Jojo se debate entre lo que ordena su manipulado cerebro y lo que desea su inocente corazón.
Así desarrolla Taika Waititi “Jojo Rabbit”, una ácida dramedia que radiografía la infancia y su salto a la niñez al tiempo que satiriza, con mucha inteligencia y gran puntería, y en tiempos de peligrosa ultraderecha política, con el fascismo. Aquí drama y comedia, no solo funcionan de maravillas, sino que, además, se fusionan a la perfección. Todo ello sin perder de vista la emotividad, pero sin caer tampoco en melodramatismos. En fin, Taika camina cual funambulista sobre la cuerda sin caerse.
Visualmente “Jojo Rabbit” supone una suerte de madurez para Taika Waititi. Vemos como este se acerca al cine de Wes Anderson en no pocos aspectos. No sabemos hacia donde le lleva esto al realizador, pero esta cinta siempre quedará como la que supuso el salto de calidad en lo escénico, avisados estáis.
Actoralmente todos los intérpretes se entregan en cuerpo y alma a la causa Taika Waititi, incluyendo al propio Taika Waititi. Y cuando eso pasa, únicamente queda aplaudir con las orejas.
En fin, “Jojo Rabbit” es una pequeña delicia.