Fantaseo pensando que el Rob Zombie anterior a "Los renegados del diablo" (2005) es devoto acérrimo de "Perdita Durango", y que la cinta del realizador bilbaíno le hizo clic en el cerebro para llevar a cabo el brutal giro de "La casa de los 1000 cadáveres" (2003) a esa. Sé que no es así, pero fantaseo. Y nadie me quitará tal privilegio.
Tras ser Andrés Vicente Gómez el único productor tan loco como para creer en "El día de la bestia" (1995); a la postre un visionario que, y no es coña, fue la última bala de Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría a la hora de sacar adelante tamaña masterpiece; estos le debían una. Así que véase "Perdita Durango" como tal favor. Uno tremendamente irregular e imperfecto, pero muy disfrutón y con un Javier Bardem ya apoteósico.
De entre sus mil imperfecciones subrayaré, por ejemplo: como el guion se nota reescrito según se iba desarrollando un rodaje que debió de ser casi más apasionante que la propia película. La escena del cementerio de aviones, sin ir más lejos, se nota añadida tras, seguramente, descubrir una localización muy guay que había que meter en la historia sí o sí. Luego a la cinta le pasa que, argumentalmente, vive de dos historias que nunca cohesionan. La trama de los fetos y la del secuestro van por libre respectivamente, sin afectar la una a la otra más allá de lo evidente. Al deducir que la primera es la que mueve la trama, me pregunto ¿para qué sirve la segunda?
Y podría decir mil cosas más que rechinan del film. Como ya habrá quedado patente, "Perdita Durango" está llena de imperfecciones. Pero es puro de la Iglesia, solo que en versión frontera mexicano-estadounidense, y me lo he pasado pipa.