Enfrentarse a "Cómo acabar sin tu jefe 2" (algún día hablaremos del sinsentido del título en español, quizás incluso le dedique un párrafo en esta review) venerando incondicional y ciegamente "Cómo acabar con tu jefe" (Seth Gordon, 2011), es un arma de doble filo. Dentro de mí ser, quiero y deseo que el listón se mantenga al nivel. Aunque más adentro aún de ese mismo ser, se que peco de iluso por pensar siquiera en que pueda mantenerse el listón al nivel.
Obviamente esta secuela ni de lejos está a la altura de su excelente predecesora. Venga, sí. Decidme que ya me avisasteis y que he pecado de ingenuo. En fin, ahora me abrazaré a mi formato físico de "Cómo acabar con tu jefe" mientras miro al infinito y evoco a tres tipos intentando acabar con sus indeseables jefes.
"Cómo acabar sin tu jefe 2" es un más de lo mismo, pero peor, de manual. Cierto que el listón estaba demasiado alto, (me suena como que ya he hablado de esto, ¿verdad?...) y que el cambio en la silla del director para mi gusto no ayuda, pero creo que había potencial suficiente en esta segunda entrega para, al menos, rozar más el nivel de la de 2011.
El wolf pack de asesinos de jefes ha vuelto. Ahora se han transformado en emprendedores, montando un negociete de inventos para el hogar. Pero, por mucho que lo intentes, siempre hay alguien por encima estropeándote el sueño americano al que es necesario quitar de en medio.
Los ingredientes de "Cómo acabar sin tu jefe 2", como era de esperar, son los mismos que los de su predecesora. Bateman, Day y Sudeikis replicando sus personajes, y unos actores de renombre sacando su lado gamberro y autoparódico como némesis. El problema es que aquí esa segunda parte queda algo deslucida. Christoph Waltz esta absolutamente desaprovechado, descompensando a un buen Chris Pine. Y si a eso le sumamos un trío protagonista con algo menos chispa y viviendo exclusivamente de las rentas, pues imaginen.
Aun y con todo hay algún que otro buen gag en la película que la hace habitar por encima de la media de las comedias habituales, pero inequívocamente cualquier tiempo pasado fue mejor.