¡Santo cielo! Creo que tengo barro, sangre y restos humanos hasta en el bonobus.
A base de crudas postales en una Francia en plena primera guerra mundial es como avanza "Sin novedad en el frente", segunda adaptación cinematográfica de la novela homónima de 1929 de Erich Maria Remarque. Y ese es seguramente el principal pero que le voy a poner a la enésima cinta que, en los últimos años, hace que me reconcilie con el bélico. A este film de Edward Berger quizás le falte algo de sustancia entre postal y postal. Ese sabroso relleno que hace que, por ejemplo: te importen los personajes más allá del simple hecho de que sean los protagonistas o no.
Seguro que esa decisión es, en parte, para enfatizar en eso del héroe anónimo. Bueno, y porque seguramente la guerra es un sinsentido así. Un absurdo salto de set-piece en set-piece sin orden ni concierto. Pero no sé, esto es cine. Y al final tanta instantánea aislada sin pegamento entre medias me ha distanciado de una obra que, por lo demás, es morrocotuda.