Acostumbrados como estamos al buen cine de acción protagonizado por Liam Neeson en los últimos años, “Caminando entre las tumbas” me ha terminado resultando un gatillazo en toda regla.
Scott Frank, conocido guionista artífice de, entre otras, el díptico de James Mangold compuesto por “Lobezno inmortal” (2013) y la más reciente “Logan” (2017), arma en “Caminando entre las tumbas” un thriller de acción bastante plano y de muy poco gancho. La historia que nos narra de ese expolicía que trabaja como detective privado sin licencia y se ve inmerso en la investigación de un caso de secuestro y tortura de mujeres en Nueva York, es muy poco llamativa en general; y si a esa carencia de riesgos en lo argumental le sumamos un desarrollo monótono y excesivamente encorsetado, da como resultado un film bastante tedioso y plomizo. Cierto que la trama coge algo de velocidad de mitad de historia en adelante, justamente a medida que nos acercamos a su rabioso tercer acto, pero aun así las sorpresas brillan por su ausencia.
Otro de los problemas que convierten a “Caminando entre las tumbas” en un thriller endeble es la excesiva contención interpretativa a la que han sometido a Liam Neeson. Estamos acostumbrados a verle en modo bestia y sin miramientos, y de repente Scott Frank le ha repartido una dosis demasiado grande de somníferos obligándole a construir un personaje demasiado contenido. Muchos quizás piensen en Neeson como en un actor encasillado en la acción fácil pero a mí, honestamente, me parece un intérprete que se ha construido un personaje carismático que es un placer culpable capaz de dar interés a cintas que sin él serian perfectamente olvidables. En “Caminando entre las tumbas” está tan comedido y moderado que hace que el film tampoco pueda vivir del carisma de su personaje principal, llegando a gustarme incluso más el sobrio pero efectivo elenco de secundarios que pueblan la película.
En resumidas cuentas “Caminando entre las tumbas” es un thriller gris tanto en forma como en fondo del que esperaba mucho más. De todas las cintas de este tipo que ha protagonizado Liam Neeson en los últimos tiempos es, muy de lejos, la que peor sabor de boca me ha dejado y la que menos recomendaré.