“Deathgasm”, el debut en el largometraje de Jason Lei Howden, miembro del departamento de efectos visuales de blockbusters como “Los Vengadores” (Joss Whedon, 2012), o la trilogía “El Hobbit” de su paisano Peter Jackson, acaba resultando un honesto y efectivo splatter, con estructura de apocalipsis zombie/rapto bíblico a ritmo de heavy-metal, con el que un Jason Lei Howden super cachondo y sin filtros se mira en el espejo del primer Peter Jackson.
Brodie es acogido por sus tíos tras el internamiento de su madre en una institución mental. El chico es un heavy de manual harto del mundo que le rodea, aunque en el fondo dicho odio surge de no saber encontrar las fuerzas necesarias para enfrentarse a él. Un buen día encuentra unas extrañas y desvencijadas partituras que, cual melodía maldita, al ser tocadas invocan a un demonio. Ahora Brodie y su atípico grupo de colegas tendrán hasta la siguiente luna de sangre para evitar que este demonio, al igual que ha hecho con su vecindario, se haga con el control del planeta.
Así da rienda suelta Jason Lei Howden a un gozoso festival, sin medias tintas, de fluidos, desmembramientos y látex que enaltecen unos efectos prácticos geniales. La comedia no es el mayor fuerte de “Deathgasm”, las cosas como son. Y eso a pesar de ser una comedia de terror. Pero es que tampoco creo que el objetivo del realizador fuese atinar con la comedia a nivel de guion, al estilo “Las últimas supervivientes” (Todd Strauss-Schulson, 2015), o a nivel de gags, como hiciera “Tucker & Dale contra el mal” (Eli Craig, 2010). El objetivo de Howden con “Deathgasm” es el jolgorio desde la víscera exagerada, y lo logra.
"Deathgasm" también juega con la temática de las melodías malditas, al igual que hiciera Rob Zombie en "The lords of Salem" (2012). Y no podemos negar que los acordes de ambos temas son muy parecidos, tanto como su influjo para desatar el Averno en la Tierra.
En definitiva, muy a favor de “Deathgasm”.