Con el último trabajo del realizador californiano me ha sucedido exactamente lo contrario que me ocurrió con su film precedente. Acudí a ver “The master” (2012) sin ningún tipo de expectativa, y me acabo gustando bastante. En cambio me he enfrentado a “Puro vicio” con excelentes perspectivas, y diré que me ha decepcionado ligeramente. La magia del cine, supongo.
“Puro vicio”, basada en la novela homónima de Thomas Pynchon, es una historia coral comandada por un curioso detective llamado “Doc” Sportello, y que nos sitúa a principios de los años setenta. A la hora de la verdad el mayor riesgo que corre la cinta es el de ser rápidamente considerada como obra menor de Paul Thomas Anderson; y es que, acostumbrados como estamos a sus trabajos profundos e intensos de repente, y en contraste, “Puro vicio” es una película sin demasiadas pretensiones y absolutamente trivial. Cosa que no tiene porque ser mala, pero si bastante chocante.
En realidad “Puro vicio” posee un montón de virtudes, pero tiene un vicio que la condena a ese limbo de las cintas menores al que me refería en el párrafo anterior. Yo, como espectador, en ningún momento conecté con la historia. Veía los sucesos como el que ve el catalogo del supermercado, con frialdad y lejanía. Y eso me torpedeo bastante el producto.
Luego en todo lo demás “Puro vicio” son todo virtudes. La marcada personalidad de Paul Thomas Anderson se ve reflejada en todo momento en la película. El marco en el que se encuadra la historia es magnifico y tremendamente carismático. Todos los personajes que pueblan la trama son rotundos y de esos que no se olvidan fácilmente, apoyados en todo momento por un estelar reparto. Y en ese aspecto es imposible no destacar a Joaquin Phoenix, espléndido como siempre.
En definitiva “Puro vicio”, no siendo ni mucho menos mala película, no me ha resultado tanto vicio como reza su título. Creo que es lo más cerca que va a estar nunca Paul Thomas Anderson de hacer un pasatiempo.