"Roman J. Israel, Esq." es ese clásico patito feo que siempre aparece en toda temporada de premios que se precie. Una nominación gala tras gala. La misma casi siempre, además. En este caso la de Denzel Washington en actor. Pero por lo demás la película ganándose la indiferencia de crítica y público. Motivo por el cual la guardas en un cajón bajo la —falsa— promesa de recuperarla más adelante. Y luego resulta que cuando la rescatas, dos o tres años más tarde, descubres, cariacontecido, que es un producto más que decente que no merecía tal desdén.
No voy a enrollarme mucho con "Roman J. Israel, Esq.", en líneas generales me ha gustado bastante este segundo largo de Dan Gilroy. No está a la altura de "Nightcrawler" (2014), pero es que muy pocas cosas llegarán a ese nivel. Lo que sí me ha llamado la atención, y quiero destacar, es el hecho de que el film no esté basado en nada. El ser una historia original me parece un puntazo. Juro que pensaba que esto era un basado en hechos reales o, como poco, la típica adaptación de un libro que se inspiraba en algún personaje real. Pero no, esto sale de la sesera de Gilroy. Y no puedo aplaudir más la originalidad en este mundo de secuelas, precuelas, remakes, reboots, adaptaciones literarias y demás morralla. Bravo. Solo con eso ya, me ha ganado. Pero es que además la cinta es buena y tiene férreos ideales.