Y por fin se confirmó el secreto a voces que corría por los mentideros de Hollywood. El verdadero director de “Poltergeist” no fue Tobe Hooper sino Steven Spielberg. Aunque la verdad es que tal cosa no cambia en absoluto el hecho de que la película es una verdadera y absoluta obra catedralicia.
A día de hoy creo que poco queda por decir de “Poltergeist” que no se haya dicho ya, y como no quiero resultar repetitivo o reiterativo voy a intentar hacer esta review de una forma un poco diferente a lo que hago habitualmente. Voy a lanzar una lista con las cinco razones por las que considero que “Poltergeist” es una obra catedralicia.
1) “Poltergeist” es una de las cintas que más ha influenciado a generaciones venideras. El Patrick Wilson de “Insidious” (James Wan, 2010) es un calco (incluso físicamente) del Craig T. Nelson del film de Hooper. La escena final de “Arrastrame al infierno” (Sam Raimi, 2009), con Alison Lohman rebozada en barro en una fosa inundada por la lluvia y con el esqueleto de su enemiga danzando cerca, es un calco de una parte del clímax final de “Poltergeist” con JoBeth Williams. Ese payaso que parece la semilla del Chucky de "Muñeco diabólico" (Tom Holland, 1988). Y podríamos seguir así hasta el amanecer.
2) No solo ya la película ha influenciado a directores sino que permanece en el imaginario colectivo tan fresca como si en vez de en 1982 se hubiera estrenado ayer. “Poltergeist” irradia iconicidad de esa de la que cada vez queda menos.
3) “Poltergeist” funciona tengas la edad que tengas, y tanto en primeros como en segundos como en trigésimo quintos visionados. No pierde un ápice de fuerza, habiendo envejecido de maravillas. Por no mencionar que me parece de esas películas idóneas para ver a hurtadillas a través de una puerta entornada cuando eres crio. Todas las pesadillas de nuestros jóvenes deberían tener una parcela destinada a “Poltergeist”.
4) Como película es un portento. El diseño de producción, efectos especiales destinados a lo creepy incluidos, desprenden amor. Al igual que el sello Spielberg, impreso en el film y en los personajes. Narrativamente no da respiro, teniendo que destacar por obligación esos dos excelentes clímax finales que posee. Y su mensaje pro figura materna y contra el todo vale industrial que proliferó a finales del siglo pasado, y aún hoy sigue proliferando, le da enjundia al conjunto.
5) Como no amar un film que sirvió para que Spielberg, Lucas y Goldsmith se auto homenajearan, convirtiendo la habitación de Carol Ann y Robbie en un inmenso mausoleo al guiño.
Si después de estas cinco poderosas razones siguen sin amar perdidamente “Poltergeist” es que no son de este mundo.